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Desconocido.

Mis manos ansían el toque de su tersa y cálida piel. Mis sentidos se encuentran en alerta, mi corazón palpita a ritmos incontrolables de sólo pensar en esa mujer. La he visto cantidades de veces, y aunque ya la conozco, es una completa extraña para mí.

El recuerdo de nuestras miradas compenetrándose, arrojan a la misma vez, sombrías imágenes de lo que alguna vez hubiesen sido nuestros cuerpos fundidos y convertidos en un solo cuerpo. Memorias que ahora no son más que proyecciones mentales que se repiten una y otra vez, sin piedad alguna, sin darme tiempo de cavilar. Me prometió que se quedaría, sin embargo, la mañana llegó y ella se fue.

Clarisa.

El alcohol viaja frenético por mi cuerpo a través de mi torrente sanguíneo. No me he movido desde que la primera cerveza descendió por mi garganta.

Sí tomo la decisión de abandonar el asiento aterciopelado, las probabilidades de estampar mi cara contra el suelo son bastante altas.

-¿Estás bien, Clar? -mi amiga grita desde el otro lado de la mesa. Asiento, porque mis ganas de estar hablando a los gritos son nulas. Escucho a mi corazón retumbar fuerte, precipitado, justo en el centro del pecho. El palpitar sigue los compas del sonoro solo de batería que emana de los altavoces del oscuro lugar. Estoy a minutos de perder mi sentido de audición. El sonido es tan fuerte, que es probable que las paredes desgatadas se vengan a bajo.

De los labios de Donnie, brotan una serie de sílabas que caen y se diluyen entre el bullicio y el estrepito, tengo que realizar un par de señas para que me repita lo que acaba de decir. -No tengo idea de donde pueda estar Chris. -es imposible hablar aquí.

-Ha de estar por allí. -mi voz acompaña al gesto despreocupado, que realizo con mis manos.

-Voy por él. -toma el impulso necesario para levantarse, sus piernas sucumben y cae en su asiento al segundo siguiente. Reprimo las ganas de sonreír y la observo perder la paciencia tras otro intento fallido de ponerse en pie.

-Tu grado de ebriedad es incalculable. -en mi voz hay diversión. Ella lo nota porque me sonríe, pero luego coloca los ojos en blanco. Acomoda su espesa cabellera roja.

-¿La están pasando bien? -el tono fuerte y masculino de Chris inunda nuestro aire. Coloca una mano sobre mi hombro, y luego la quita para pasar delante de mí, y sentarse al lado de Donnie. Ella le esboza una sonrisa, y él besa el nacimiento de su pelo, luego sus labios chocan y yo suelto un bufido. Sin muestras de cariño, amigo.

-¿Por qué tardaste tanto? -me adelanto a preguntar.

-No te escucho, Clar. -Chris pone una mano sobre su oído. Yo niego con energía.

-Olvídalo, Chris. -mi tono es desdeñoso.

-¿Qué? -grita fuerte. Levanto al aire, mi dedo del medio como un claro ejemplo grosero. Me mira y explota en una carcajada contagiante.

Treinta minutos y dos cervezas y media después, mi vejiga no puede contener las ganas urgidas de ir al baño. El mundo a mi alrededor está dando vueltas, me tambaleo.

-¿Te acompaño, Clar? - ofrece Donnie, a mis espaldas.

-No, estoy bien. -niego, y poco después, con trabajo recupero la compostura.

Por fin me libero de mi apuro y estoy de pie, frente al espejo. El sudor se sitúa sobre mi rostro y mi cuello. Finos mechones, oscuros se pegan contra mi piel, y con dedos temblorosos los aparto. Convierto mi cascada de rizos en una coleta, la temperatura corporal se apacigua, notablemente. Ahueco mis manos para así tomar agua y humedecer mi cara.

¿Quién Eres? (CANCELADA)Where stories live. Discover now