10

67 9 4
                                    


CLARISA.


El sitio está vacío como acostumbra a estar. Echo una ojeada de izquierda a derecha para constatar, y en efecto así es. Exhalo todo el aire posible. Enrosco mis brazos, sobre mí misma. ¡Tengo frío!

La calle siempre está oscura, un único faro la alumbra pero yace a unos cuantos metros de distancia. Las sombras, sólo hay sombras a mí alrededor. Me acomodo la sudadera, me apresuro a entrar, la puerta rechina cuando la desplazo para abrirla.

-Clariii, -Detesto que me llamen así.  Los pasos torpes se van haciendo más y más fuertes conforme se acercan. El amarillo de la lámpara, baña el cuerpo delgado, la reconozco. Adela, es Adela. 

-¿Cómo estás? -sonrío sin abrir los labios. Ella se tambalea demasiado. Su cigarrillo brilla en la oscuridad.

-¿Qué haces aquí? -arrastra las palabras. Parece que se ha tomado todo el alcohol existente en la ciudad, del país quizás. Trata de mantenerse derecha y en un solo sitio, pero eso no es posible.

-Busco a, Leblanc. -murmuro.

Sus labios carmesí, forman una "O" grande. Deja escapar una carcajada estruendosa. -Ella, está por allá. -su brazo tembloroso señala una segunda puerta. Yo pienso en un par de groserías. Odio lo que hay detrás de esa puerta. 

-Yo creo, que. Esperaré a que salga. -cruzo mis brazos.

-Yo no creo, -se paraliza y se lleva una mano a la boca. ¡Va a vomitar! -Está, está ocupada. -finaliza. Justo cuando pensé que no se pondría peor, se pone peor.

-Nos vemos, Clari. ¡Buena suerte! -me da una palmada en el hombro, en el segundo que pasa a mí lado, deja la estela de nauseabunda nicotina. Da un portazo cuando sale. 

Exigiéndole a mis pies, doy las pisadas suficientes para estar delante de la segunda puerta. Ladeo la cabeza, izquierda luego derecha, exhalo con prolongación, ¡Estoy lista!

La música estruendosa perfora mis oídos al instante de estar dentro del gran cuarto. Escaneo cada rincón, no la veo. No creo que esté aquí, huele horrible. Mi estómago se contrae, odio el humo del cigarrillo. Las colillas de los mismo crujen bajos mis zapatos. Si ella no está aquí, ha de estar en su "guarida" como ella misma le llama. Me apresuro, no quiero que... El estruendo se detiene, ¡Demonios! Las luces multicolores dejan de danzar sobre las paredes, y se mantienen fijas en un solo lugar. 

-Pero, ¿qué tenemos aquí? -Ya hacía bastante que no escuchaba esa odiosa voz. -Mi preciosa chica. ¿Cómo estás, Clarisa? -su rostro queda iluminado gracias a las gastadas refulgencias, que arrojan matices tornasol por sobre todo él.

-¿Qué quieres, André? -Mi tono refleja completa hostilidad. Él deja escapar una risita amarga, un súbito escalofrío se adueña de mi cuerpo.

-Ay, cariño. -me observa, colocando un dedo sobre su mandíbula. Tiene las uñas mugrosas. -Si supieras lo linda que te ves así, justo ahora. -necesito que esto se acabe. 

-¿Dónde está, Leblanc? -mi voz se proyecta con tanta frialdad, que estoy sorprendida. No suelo ser tan apática. André niega enérgico. Chasquea un par de veces en acto seguido.

-A ver, mi reina, te explico como funciona. -Se acerca muchísimo a mi, siento como su aliento choca contra mi cara. Me niego a mirarle a los ojos. -Tú ya sabes como es esto, me haces feliz, yo te hago feliz. Recuerda que varias veces he salvado tú lindo trasero de las garras de Leblanc. -me  toma el rostro con una mano repulsiva, me sujeta fuerte, me duele. -Así que para de ser tan perra. -Lucho para zafarme de su agarre, lo logro. Me coloco la mano sobre donde posteriormente estuvo la de él. Desata una carcajada aún más grotesca que la anterior. 

¿Quién Eres? (CANCELADA)Where stories live. Discover now