Capitulo 29. Llamadas teléfonicas

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Jose se rascó la nuca con nerviosismo, ¿por qué precisamente Helena tuvo que darse cuenta? La rubia se estiró antes de mirarlo fijamente, Jose sonrió con nerviosismo y se revolvió el pelo percatándose de que aún tenía el libro de La princesa prometida; bueno ya se lo entregaría a Nora otro día.

— Te gusta Nora, ¿por qué no me lo dijiste?―curioseó Helena acercándose a él, Jose se encogió de hombros sin saber qué responder.―Eso explica porque no sucumbías a mis encantos, y yo que pensaba que el rito de amor había dejado de funcionar, Angy se pondrá feliz cuando le diga que hicimos el que no debíamos.

Jose la miró con espanto y Helena soltó una estruendosa carcajada.

 —Era broma, bueno no todo.―aseguró la rubia sonriendo con maldad.―No tienes nada que hacer con ella, Nora es muy cerrada y bueno... Matt se pasa de sobreprotector; ¿no prefieres salir conmigo?

Jose negó con la cabeza y vio como Helena se encogía de hombros con tristeza.

 —Tú te lo pierdes.―susurró la rubia echando su cabello hacia atrás con elegancia.

—Helena yo...

—No te disculpes. ―interrumpió la rubia depositando uno de sus dedos sobre sus labios.―Me dijiste que no te gustaba desde el principio, y yo fui la que decidió perseverar a pesar de que tú me rechazabas constantemente. Así que a partir de hoy me rindo, dejaré de perseguirte y abrazarte.

—¿Seguiremos siendo amigos?―preguntó el moreno casi con miedo, para una chica con la que se llevaba bien en Góngora no quería que dejase de ser su amiga.

—Claro; pero no pienso ayudarte con Nora; quiero ver como el chico que me rechazó fracasa estrepitosamente en su empeño por enrollarse con otra chica. ―dijo la rubia con simpatía.

—Jose la miró con miedo, esperaba que ahora no le lanzase una maldición o lo gafase con Nora. Helena se acercó a él y unió sus labios no más de una milésima de segundo, Jose parpadeó confuso y la rubia se puso en pie.

—Ya nos veremos.―se despidió dejándolo solo.

Jose se revolvió el pelo, y se quedó pensativo; esperaba que Helena no le contase su pequeño secreto a nadie. Se llevó la mano a los labios y se los frotó para que no le quedase rastro del pintalabios que llevaba la rubia (sino su padre lo interrogaría hasta el agotamiento) y pensó lo diferente que era besar a Nora y a Helena; besar a la rubia no le causaba emoción alguna, pero besar a Nora...uff... besar a Nora era como si cada célula de su cuerpo fuese fuego artificial que al contacto con la morena explotase dejándolo aturdido y a la vez lleno de felicidad.

                                                                        * * * * 

Se bajó del autobús y caminó hacia el instituto, pasó por los muros y vio como los tenistas se lanzaban la rueda de un coche hasta que llegó el profesor de educación física con un extintor y empezó a gritarles que le devolvieran la rueda a su coche. Subió las escaleras y entró en clase, Evan como iba siendo habitual estaba hablando con su ahora novia Bel.

 ¡Sí, sorpresa! Ellos dos decidieron hacerse novios después de que Bel se declarase cuando Evan fue a contarle que ya todo estaba solucionado. Al parecer Bel no tenía intención alguna de confesarse, fue algo que se le escapó y luego lo retiró sin darle tiempo a Evan a darle una respuesta; por lo que Evan el día de reyes se presentó en casa de la pelinegra y le colocó una diadema con un enorme lazo en la cabeza declarando que ella era el mejor regalo que podía recibir ese día. Jose sintió una arcada, si es que era pensar en esa escena tan cursi y darle ganas de vomitar.

Tienes que ser tú (TQST Libro #1)© [EN LIBRERIAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora