Capítulo 26.

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Harry.



Suspire apenas cerré la puerta de mi casa, cerré mis ojos y me apoyé en la puerta. Otra vez aquí. Para mi suerte, todo estaba en silencio, así que había una gran probabilidad de que Ángela no esté en casa. Desde que ella y yo tuvimos esa pelea por adoptar, todo se ha ido a la mierda. Ella me grita por cualquier cosa o me reclama por llegar tarde a la casa, dice cosas que nunca antes me había dicho y eso me estresa como también me enfurece.


Nuestra relación nunca fue de esa manera y desde esa pelea se ha desatado algo entre nosotros.


Gracias a Dios, Ángela no está en la casa en este momento porque no creo que haya podido soportar otra pelea después de todo lo que pase en el trabajo. Deje mis llaves en la pequeña mesa que está en la entrada y subí las escaleras hasta entrar a esa habitación que me rehusaba a entrar hace años porque dolía, pero después de todo lo que está pasando en mi vida, entrar aquí es como respirar aire fresco. Ver de nuevo el piano y la guitarra en el mismo lugar donde lo deje la última vez, me entro un sentimiento de nostalgia. Me senté al frente del piano y pase mis dedos por las teclas. En mi mente apareció el rostro de Rose y sonreí estúpidamente. Todavía recuerdo su risa, es como si estuviera grabada en mi mente, me paré y busque la única caja que estaba dentro de este lugar en una esquina. Sacudí todo el polvo que tenía y abrí la caja, saque la pequeña bola de cristal que Rose me había regalada hace años. Obviamente que no he tirado ninguno de sus regalos ni todas las cosas que tenemos juntos. Siempre dije que cuando llegue el momento de que decida que tiraré todas las cosas que tengo de ella o me recuerden todos los momentos vividos. Ese será el momento que sabré que superé a Rose.


Bueno, ese momento nunca ha llegado hasta ahora.


Moví la bola de cristal par que toda la nieve falsa se esparza por el lugar.


—Harry.


Me sorprendí y rápidamente guardé la bola de cristal en esa caja, antes de voltearme para ver a Ángela en la misma habitación.


—¿Qué mierda, Ángela?— gruñí, molesto. —Me has asustado y sabes que no me gusta que entres aquí.

—Lo siento.— Escupió. —Pero te estaba buscando y la puerta estaba abierta, no pensé que te molestaría después de todos estos años...— miró alrededor asombrada.


Apreté los labios con incomodidad porque a pesar de todos los años que estuve con ella y que ahora vivamos juntos en esta misma casa nunca la deje pasar a esta habitación ya que era algo muy privado para mí.


—¿Qué quieres?— no quise sonar brusco, pero realmente no quería que siga mirando alrededor.

—No sabía que tenías un piano aquí.— Se rio, ignorándome. —Aunque siempre lo sospeche.

—Ángela.— Llame su atención y ella me miró. —¿Qué pasa? ¿Por qué viniste aquí?

Ella frunció el ceño. —¿Hace cuánto viniste?

—Uh, acabo de llegar hace unos cinco minutos ¿Por qué?— Ella solo maldijo y golpeo mi pecho. —Joder ¿Por qué hiciste eso?

Risk It All. {h.s}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora