Capítulo 34.

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Harry.


—¿Qué te dijo, Irene?— pregunté, apenas contestó la llamada.

—No sé si deba hacer eso, señor Styles.

—Irene, hicimos un trato. No me defraudes ahora.


Suspiro, cansada con la situación en la que la estaba poniendo.


—Rebecca va a estar en la casa de una amiga, tienen una pijamada.

—¿Y Andrew?

—Él sigue de viaje.— Hizo una pausa. —Rose va a estar sola en su casa.

—Perfecto.— Sonreí. —Eres la mejor, Irene. ¿Lo sabias?

—Eso no me hace sentir para nada bien.

—Lo superarás. Gracias por la información.

—Lo que sea.— Escuché que susurró y me reí un poco antes de colgar.


Escuché maullar a Simba, quien estaba sentado a mi lado. Yo la agarre, sorprendiéndola y la abracé a mi cuerpo, sin importarme de que este arañándome y queriendo escaparse.


—¿Escuchaste, Simba? Rose está sola.— Le hablé y no recibí nada de su parte. —Este es mi momento de entrar en escena.


Me pare y fui a cambiarme lo más rápido que pude. Le deje comida a Simba y cambie su agua, también la acaricie unos segundos antes de salir de mi departamento. Conduje hasta su casa y por alguna extraña razón, estaba nervioso. Tome algunas respiraciones, antes de tocar su puerta. Tuvieron que pasar algunos segundos antes de que Rose abra la puerta. Ella se sorprendió al verme y quiso cerrar la puerta pero yo fui más rápido y puse mi mano en la puerta evitando que se cierre.


—Hola a ti también, Rose.— Murmuré.

—¿Qué haces aquí?— Preguntó, ni siquiera me estaba mirando y ocultaba su cara detrás de la puerta.

—Vine a verte. ¿Qué no puedo?

—Pudiste avisar ¿no crees?

—Quería sorprenderte.

—Bueno, lo lograste.

—¿Qué pasa?

—Nada.

—¿Entonces por qué no puedo ver tu cara?

Hizo una pausa. —Es que estoy...desarreglada.


Me quedé callado, esperando que me diga que es una broma.


—¿Es en serio?


Sin que ella se lo espere, empuje la puerta, ella retrocedió rápidamente y me miro sorprendida. Su cabello estaba suelto y despeinado, llevaba ropa holgada y su rostro estaba sin ninguna pizca de maquillaje al igual que llevaba anteojos.


—Ya deja de mirarme fijamente por lo menos.— Siseo, evitando mi mirada.

—Es que estoy tratando de averiguar cuál es la diferencia entre la hermosa Rose con maquillaje y la hermosa Rose sin maquillaje.— Entrecerré los ojos.

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