Capítulo 32.

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 —¿Qué? ¿Te comió la lengua el ratón?— Sonrió burlón.

—¿Luchar por mí?— quise contraatacar con más fuerza. —¿Eso es lo que has estado haciendo?

—Si vieras más allá de lo que hace el estúpido de tu prometido, te darías cuenta que si he luchado por ti.

—No le digas estúpido.

—Está bien, el imbécil de Andrew ¿Ese nombre te gusta más?

Apreté los labios. —Tú eres el único imbécil, por lo menos Andrew...

—¿Qué? ¿Ahora nos vas a comparar?

—¿Eso es lo que quieres? Porque puedo hacer una lista de como ustedes son tan malditamente diferentes y como uno es mejor que el otro.


Eso logró molestarlo.


—Tú estás cegada, mujer. Ese hombre es de lo peor y te lo dice alguien que ha jodido su vida y las de las personas que estan a su alrededor.— Desvió la mirada. —Pero no te preocupes porque no necesito tener tantas pruebas, he vivido con él, aunque sea por unos meses pero lo he hecho. Y sé también cómo es su padre y los dos son como dos gotas de agua. Dos malditos imbéciles que se creen superiores a los demás por tener dinero.— Agarró mis hombros. —Así que dime, Rose. ¿Por qué estas con él?

—No necesito contestarte eso.

—Claro que sí, porque debe de haber una maldita razón por la que lo escogiste a él sobre mí. Así que respóndeme de una maldita vez. ¿Por qué él?

—No voy a contestarte eso.— Bufé y di dos pasos atrás. —¿Con que cara quieres reclamarme? ¡Tú fuiste el primero que terminaste todo entre nosotros!

—¿Yo? ¡Que yo recuerde tú fuiste la que me dejaste!

—¿Y que querías que haga? ¿Qué me quede como una idiota, esperando algo que sabía que no iba a pasar?

—¡Pudiste volver!— gritó.

—¡Y tú pudiste buscarme!— grité también y él se quedó callado. Apretó los labios y su respiración era agitada. —Sí, lo escuchaste. En los seis años que estuve fuera de Londres, tú pudiste buscarme y querer arreglar las cosas pero el simple hecho de que no te vi en todo ese tiempo, me hizo darme cuenta que todo lo que paso entre nosotros, no te importó.

—Eso no es verdad.

—Sí, si lo es porque tú pudiste ir y tratar de arreglar todo...— Harry maldijo en voz baja y camino hacia su escritorio donde empezó a buscar algo. —¡Sabes que es verdad, no evites el tema, Harry!


Antes de que pueda decir algo más, Harry volvió a estar al frente mío, agarro mi mano y puso un sobre amarrillo sobre ella.


—¿Qué es esto?

—Eso es la prueba de que estas equivocada de todo lo que me estas culpando.


Sin más, abrí el sobre y todo lo que estaba dentro eran fotos. Mis manos empezaron a temblar cuando me di cuenta que todas las fotos salía yo en Australia.


—Te busqué, maldita sea que lo hice.— Murmuró. —Me tomo unos meses saber dónde estabas, pero fui demasiado cobarde como para ir sin más. Cuando realmente tuve el valor para ir hasta Australia y arreglar las cosas...fue demasiado tarde.

Risk It All. {h.s}Where stories live. Discover now