Capitulo 49

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Oliver llevaba despierto varios minutos pero no sentía deseos de moverse de la cama, más aun desde que había descubierto que tenía a cierta personita durmiendo acurrucada entre sus brazos. Eran por cosas como ésta que su vida sexual con su esposa se había reducido prácticamente a encuentros furtivos en la ducha, en el despacho e incluso en la guarida antes de regresar a casa.

Desde luego su vida había cambiado mucho en los últimos seis años; ahora el poco tiempo libre que tenía, lo ocupaba yendo a partidos de futbol o a recitales de preescolar. Su inseparable escalara de salmón había quedado relegada a un tercer o mejor dicho cuarto lugar, para desgracia de Felicity; ahora entendía porque muchos hombres casados acaban desarrollando barriga, él apenas tenía horas en el día para mantenerse en forma como antes.

Hablando de Felicity, Oliver no tenía ni idea de donde estaba, cuando abrió los ojos ella ya había abandonado el lecho dejándole con la única compañía de Tommy. No es que no quisiera a su hijo, porque lo quería y mucho, pero había esperado empezar ese día de una manera menos tranquila. En cambio allí estaba, sintiendo la acompasada respiración del niño, pensando en la vida, SU vida.

Como por ejemplo la inesperada llegada al mundo de Tommy. Aunque antes de la boda había hablado de esperar un tiempo para ser padres, el destino les tenía otros planes y Felicity se había quedado embarazada en la misma luna de miel. Aun hoy era capaz de recordar el miedo que había sentido hasta que el médico no les había confirmado que todo marchaba correctamente y el bebe no corría ningún peligro.

Felicity se encontraba una vez más tumbada sobre la camilla a la espera de que el médico le hiciera su segunda ecografía, la primera había sido al descubrir que estaba embarazada . A su lado estaba sentado su marido, el cual le había cogido de la mano al notar su nerviosismo nada más entrar a la consulta del ginecólogo y no se la había soltado salvo cuando había sido absolutamente necesario. Sabía que Oliver estaba igual de preocupado que ella aunque trataba de aparentar calma y tranquilidad, pero lo conocía lo suficiente para identificar esa sombra que tenía en sus ojos. Ellos que se enfrentaban al peligro todos los días, habían sentido miedo por un ser que era apenas del tamaña de una judía.

Esta vez Felicity no se había permitido pensar si sería o no una buena madre, si Oliver se alegraría con la noticia o de si sería niño o niña; no esta vez habían ido con pies de plomo y habían esperado hasta superar el tercer trimestre para hacer todas esas cosas. Había sido bastante complicado ignorar que estaba embarazada, las nauseas, el cansancio, los cambios que poco a poco su cuerpo fue experimentando, las hormonas a flor de piel... Todos los síntomas que una embarazada podría tener ella los tenía, como si el bebe quisiera hacerles saber que estaba allí y no le gustaba que lo ignoraran.

Así había llegado a las semana número doce y Felicity cruzaba los dedos para que les dieran buenas noticias.

—Todo va ir bien —le aseguró Oliver al ver que Felicity era incapaz de estarse quieta.

—¿Cómo puedes estar seguro? ¿Qué pasa si...?

No pudo acabar la frase porque él la silenció con un suave beso sobre sus labios. Al separarse mantuvo su frente sobre la de ella mientras acariciaba tiernamente su sedoso cabello.

—Por cómo le ha estado dando la lata a su mamá, estoy seguro que tiene el carácter luchador de los Queen.

—Menos mal que me tiño y nadie va a verme las canas —bromeó algo más tranquila.

El carácter de los Queen podía ser un poco problemático, pero todos ellos tenían un buen corazón; tal y como Oliver le había demostrado, cuando rascabas más allá de la fachada de tipo duro, había un osito de peluche. Thea y Connor, también tenían ese carácter de los Queen que tanto apreciaba y que llenaba su vida a diario. Es cierto que también tenían sus defectos, pero quién es perfecto.

Cuando estés listo llegaraWhere stories live. Discover now