Capitulo26

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Capitulo 26

-Vaya... (Dijo Malú separándose de mi cuerpo) Así que la camarera la conocíais más de lo que imaginaba.

Maldecí a Alba unos segundos, cerré el móvil y lo dejé en la mesilla que tenía justo a mi izquierda, después me giré hacia Malú.

-Malú...

-¿Por qué no me has dicho que era tu ex? (Me interrumpió)

-Porque no voy a perder el tiempo hablando de alguien como ella...

-¿Aun duele? (Preguntó triste)

-¡Ey! (Acaricié su cara) No duele nada si estoy contigo, y deja de doler si te tengo al lado. (Sonrió y yo hice lo mismo) ¿Te acuerdas del texto que leísta hace ya un tiempo?

-¿Durmiendo sola?

-(Asentí) Pues, va sobre ella...

-Os quisisteis tanto que terminó.

-Exacto. La quise mucho, pero nos hicimos daño.

-Vane... ¿Y si nos queremos tanto que al final nos duele?

No supe contestarle, ¿qué sabemos nosotras de lo que pasará al final? Ojalá no haya un final y esto fuese así de bonito siempre, pero también creo en los errores, en las caídas y aun más en los resurgimientos, en levantarse del suelo y sobretodo en la lucha.

-Yo voy a luchar para que no haya un final.

Y me besó, no hizo falta un 'yo también', sabía que lo íbamos a hacer, vamos a luchar juntas.

-Cuéntame algo más de vuestra relación.

-No creo...

-Vanesa, me lo debes.

-¿Qué quieres sabes?

-Bueno, os quisisteis mucho, ¿no? (Asentí) pero dudo que por quereros tanto la dejaras...

-Supongo que ella no me quería de la misma forma que yo. (Hice una pausa, miré a Malú y continué) Ella era la única de mis amigos y familia que sabía que tocaba la guitarra y escribía en mis tiempos libres, pero nunca me apoyó ni se miró uno de esos folios. Solo vivía para ella.

-¿Egoísta?

-Mucho... al principio no, pero supongo que la rutina hace ver las verdaderas caras de la gente. Me sentí sola, y preferí también dormir sola. La dejé al volver de un viaje, y me fui a Madrid después de todo aquello.

-¿Dónde fuisteis?

-(Sonreí) Mallorca.

-(Asintió) Ya sé donde nunca vamos a ir de viaje...

Reí ante su comentario y la abracé. A los pocos minutos se durmió en mis brazos, la observé. Tan bonita, tan frágil, tan perfecta. Me sentí afortunada por tenerla a mi lado, por sentirla respirar contra mi pecho, sonreí. Había sido una noche intensa, adrenalina mezclada con verdad, y mi pasado acechando por la espalda. Volví a coger el móvil con cuidado, lo encendí y observé un rato más la foto, releí el texto y los recuerdos vinieron a visitarme. Alba la conoció el mismo verano que conoció a Francis, e hicieron muy buenas migas, se entendían mejor que conmigo pero quizás la caló rápido, cosa que yo aun no había hecho. Siempre me decía 'Lucía se quiere ella, lo demás... le da igual' y con el tiempo descubrí que era verdad. Le encantaba provocar, ir siempre la primera en todo y hacerse notar por donde pasaba, no me molestaba. Quizás porque estaba ciega, y no veía lo que pasaba delante de mí. Se parecía a Jorge en muchos aspectos, pero quizás Lucía no era tan creída como él. O eso pensaba yo. Nuestro viaje a Mallorca, el destino que nos iba a calmar y arreglar los problemas se convirtió en la decisión más clara que podía llevarme de nuestra relación. Recuerdo las dos primeras noches, fueron fantásticas, ella, yo y el mar. Me hacía caso, estaba atenta y cariñosa, cuando llegó la tercera noche cambio y parecía que estábamos en casa. Pasó de querer tomarse una copa en el paseo, a ir a bailar en medio de la pista de una de las salas más conocidas de Mallorca. Bailó con todos y cada uno de los que se acercaban a ella, y pensé, 'Vanesa, tú la tienes a tu lado, durmiendo, besándote... cálmate'. Pero no lo hice. No me vi bien ahí, yo no era así. Nunca he sido celosa, no me ha importado que otras personas mirasen a mi pareja o le echasen algún piropo, porque sé que estaban conmigo, que la que besaría sus labios al final del día era yo, pero con Lucía era diferente, y no aguanté. Llegamos al hotel e hice la maleta para el día siguiente. Al llegar a Málaga nos despedimos, cada una por su lado, sin pensar en el pasado y lo que nos llegará.

Recuerdo que llamé a Alba, ella ya estaba en Madrid, y me desahogué, 'Vente a Madrid' me propuso. A las dos semanas dejé mi ciudad, y ahí estaba, abrazando a Alba en la estación de Atocha, maleta y guitarra en mano. Sonreí al recordarlo, Alba siempre ha estado ahí, menos esta madrugada que había decidido dejarlo todo al destino y al alcohol.

Horas después nos despertó el sol entrando por la ventana, y aunque nos costó, tuvimos que levantarnos, cambiarnos con la ropa que traje e ir a desayunar. Habíamos quedado con Francis para comer y despedirnos, se iba ese mismo sábado para Málaga, sino mis padres lo iban a matar. Nos reunimos en la plaza mayor, nos recibió con gafas de sol, y con semblante algo serio, nos abrazó y nos sentamos en uno de los restaurantes.

-¿Pasó algo ayer? (Pregunté)

-Nada... (Contestó seco)

-Hermanito, te conozco. (Negó con la cabeza) Francis... (Y por fin habló)

-¡Alba! Es... es Alba...


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¡¡Muchas gracias por leerme!!

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Tras la sorpresaWhere stories live. Discover now