Capitulo 30

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Capitulo 30

-¡Lo tengo todo listo!

Dijo Malú mientras me abraza y se acurrucaba conmigo en el sofá. Le besé la cabeza y la apoyó en mi hombro mientras le acariciaba su melena.

-¡Puaj! Yo no sé porque acepté venir... (Dijo Alba sentada en la butaca de mi derecha mirándonos)

-(Reí) Porque Málaga tira mucho, y la Pepi más. (Le guiñé un ojo y sonreí)

Habían pasado ya dos semanas de mi propuesta de viaje a Malú, la cual aceptó sin pensar, levantándose de su sitio y besándome en medio de nuestro restaurante. Al día siguiente llamé a mi madre y le comenté que iría, y que preparase una habitación más. Se sorprendió, después de lo que pasó con Lucía no había llevado a nadie a casa. También les expliqué a Alba y Ana lo que había pasado, se alegraron por mí, y lo celebramos días después en el concierto de Malú en el cual me volví a encontrar a Lucía, esta vez la saludé, pero no le hice mucho caso más, estaba demasiado ocupada con Malú y sus miradas, olvidándome del mundo y centrándonos en el nuestro. Mis amigas arreglaron sus diferencias después de unas cañas y una conversación necesaria, Ana nunca fallaría a Alba aunque esta última dijese que nuestra amiga era libre de estar con cualquiera, incluso si ese cualquiera fuese mi hermano. Mientras estábamos en el último concierto de mi chica noté como Jorge miraba alguna vez a Alba, y esta hacia ver que no le veía, reía cada vez que se giraba y me decía '¿y este, qué?' alzando sus cejas y poniendo una mano en su cintura. Cuando terminaron de tocar Malú se acercó para saludarme e irnos, y detrás de ella Jorge, que también saludo a Alba. Al día siguiente nos contó que le había preguntado sobre sus llamadas, y le pidió una cita que por supuesto rechazó. Eso sí, siempre sonriéndole. Mi amiga tiene arte para todo.

Decidimos, con Malú, invitar también a mis amigas a Málaga, Alba necesitaba un viaje, despejarse e irse unos días, y ¿Dónde mejor que mi tierra para hacerlo? Y Ana siempre le vienen bien unas vacaciones, no para de trabajar. Pero esta vez no pudo librarse de sus obligaciones, tenía un par de reuniones los días del viaje y no podía venir con nosotras. Alba tenía sus dudas, primero dijo que no quería venir, pero le prometí que no estaría Francis, que se iba otra vez de viaje, y que mi madre tenía muchas ganas de verla, eso le hizo cambiar de opinión y aceptó por Pepi.

Arrancamos temprano para mi tierra, quería llegar para comer. Cogí el coche y empecé a conducir, paramos una vez para tomarnos un café y a las pocas horas llegamos al destino.

-¡Mamá!

La saludé mientras salía del coche cuando la vi apoyada en el marco de la puerta de la entrada esperándonos. Vino andando hacia nosotras, me acerqué a ella y le di un abrazo.

-¡Que bien que ya estéis aquí! (Dijo mientras apretaba sus brazos a mi cuello)

Nos separamos y se dirigió hacia Alba, y yo me fui donde estaba Malú, aun quieta al lado del coche.

-No mueerde... (Le susurré)

-¿Estamos seguras de esto, verdad? (Dijo mirándome a los ojos)

Le sonreí, y apreté su mano contra la mia. Me giré hacia mi madre y llegó el momento.

-Mamá... (Me miró) Ella es... (La miré) Malú... (Le sonreí y apreté aun más nuestras manos) Ella es mi chica.

Esperé unos segundos, y cuando me giré hacia mi madre la vi cogida a Alba, las dos sonriéndonos.

-¿A que son monas? (Comentó Alba mientras notaba que me sonrojaba)

-Siento decirte que... Algo me contó tu hermano Francis...

-(Abrí la boda sorprendida) Pero...

-Lo siento hermanita...

Dijo alguien saliendo por la puerta de la casa viniendo hacia nosotras.

-¡Te odio!

Dije mientras me acercaba a él y le daba un puñetazo en el brazo.

-Queréis parar... (Dijo mi madre separándonos) Vamos, (se giró hacia Malú) no le hagas caso a estos dos... siempre están igual. (Malú sonrió) Bienvenida a nuestra casa.

-Gracias.

-Bueno... por fin dices algo chiquilla. (Malú se sonrojo, mientras mi hermano y yo reíamos) Vosotros dos, (dijo mirándonos a nosotros ahora) coger las cosas del coche, ¡venga!

Miramos a nuestra madre mientras ella cogía a Malú y se la llevaba para dentro, y le iba contando cosas de nuestra familia. La cosa iba bien, y me había tranquilizado. Tantos nervios, y tanto lio para que luego llegar y que el bocazas de mi hermano se haya ido de la lengua. Me giré y le di una colleja a Francis, se quejó y le saqué la lengua. Volví a mirar el coche y vi a Alba apoyada en él mirando el móvil. Miré a Francis, y le paré.

-Es mejor que vaya yo sola a por las maletas.

-Ella no sabía que estaba aquí, ¿verdad? (Dijo triste)

Negué con la cabeza, y le di un beso, se fue hacia casa mirando de reojo a Alba, cogí aire y me fui hacia ella. Me iba a caer una grande, pero era necesario que pasase eso. Alguien tenía que hacer que hablasen aunque fuera lo último que hiciese, porque después de esto Alba me mataría.

-Alba...

-No me hables.

-Va, por favor.

-Me has mentido. (Me miró, y sentí como me hacia pequeña cuando noté que le había hecho daño)

-Lo siento. Pero...

-Vanesa... Me voy.

-Espera. Él quiere hablar contigo... y me pidió que vinieras. (Di un paso hacia ella, noté como se iba a derrumbar)

-No puedo... (Su primera lágrima cayó por su mejilla derecha)

-¡Ey! Claro que puedes.

Me puse a su lado y la abracé para que apoyara su cabeza en mi hombro, no sabía cómo tranquilizarla, no quería hablarle de Francis en ese momento, ni sobre la mentira que le había contado para que viniese. Mi hermano me lo había pedido, necesitaba hablar con ella y yo no pude negárselo, solo le había pedido una cosa, que si le volviese hacer daño la que no querría hablar más con él seria yo. Respiré y noté como sus lágrimas caían poco a poco, dejé que soltará todo lo que llevaba dentro, solo había una manera de calmarla, así que empecé a tararear.

-Vamos, a mirarnos de nuevo, sabes que no podemos rendirnos así... Vamos, a avivar ese fuego, retomando el deseo que nos trajo hasta aquí... Vamos, a quedarnos a solas, y a matar la costumbre que nos quiso apagar... Dame, ese brillo en los ojos que cuando éramos niños nos hizo vibrar...

Noté como sonreía, y yo también lo hice, recuerdo como compuse ese texto cuando los veía correteando por la playa de ese verano. Y seguía pensando que algo pasaría, de eso no me cabía duda. Dejé las maletas en el coche, y nos fuimos a la playa, a continuar tarareándole al pasado, que de vez en cuando tienes que hacerlo para recordar lo vivido y volver a sentirlo.

Tras la sorpresaWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu