Epílogo

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Epílogo

-No sé que ponerme...

Dijo Malú mientras salía por enésima vez de la habitación con otro cambio de vestuario.

-Da igual lo que te pongas, siempre estás guapa. (Dije sonriendo acercándome a ella)

-No eres objetiva (comentó devolviéndome la sonrisa)

-(Reí y le cogí por su cintura acercándola a mi) Escúchame... Todo saldrá bien. Tienen que fijarse en tu voz, así que tranquila. (La besé)

Habían pasado cinco meses desde la última vez que vimos a Jorge, y nuestra vida había cambiado después de ese día. Vivíamos más tranquilas, nos habíamos tomado nuestra relación con calma, eso sí, nunca volvimos a dormir solas. Yo seguía trabajando en el periódico pero con sección propia desde hacía apenas un par de meses. Y Malú hoy tenía una de las pruebas más importantes de su vida. Volvía a cantar. Sola, sin nadie detrás que la apoyase, dando rienda suelta a su alma. Este tiempo alejada de los escenarios tuvo que ponerse hacer más horas en el restaurante de la Latina donde nos volvimos a encontrar aquel día, para poder pagar el piso mientras buscaba algo más. Me tenía totalmente prohibido ayudarla económicamente, ahora que por fin tenía un sueldo más que aceptable. Ángel ha decidido tomarse el trabajo con menos estrés, no viaja tanto y en la oficina viene solo por las mañanas. Los directores no estaban muy de acuerdo, pero era eso o él se iba de la empresa, y no tuvieron más remedio que callar y hacer lo que pedía, y por pedir pidió, y así me convertí en su mano derecha. A parte de sección propia en el semanal, Ángel no aceptaba ninguna entrevista o documento que no hubiera pasado por mis manos, se le veía feliz, y más desde que conoció a Ana. Si, nuestra Ana. Se habían visto un par de veces, pero un día me lo lleve a tomar unas cañas con mis chicas y parece que ahora ya las hacen solos y no nos necesitan.

-¿Nos vamos?

Pregunté al verla con el bolso colgando de uno de sus hombros mientras miraba el móvil.

-Sí, José está esperándonos.

Bajamos del piso de Malú, y allí estaba mi cuñado. Nos sonrió mientras subíamos a su coche.

-¿Estás bien?

Preguntó a su hermana nada más sentarse en el asiento de copiloto. Ella cogió aire y lo soltó lentamente. Le miró y se sonrieron. Me encanta la relación que tienen, me recuerda a la mía con mis hermanos. Siempre juntos, luchando contra el mundo.

-¡Vámonos para Mediaset!

Malú rió nerviosa después de que José exclamara eso, se giró y le sonreí. Ahí íbamos, a probar suerte, a que Malú por fin recogiera todo lo que había sembrado, a enfrentarse a ciegas, a tirarse al vacío, a mostrar su voz al mundo.

Aparcamos donde nos indicó un guardia de seguridad de la cadena, y a lo lejos vi a Alba y Francis que ya nos estaban esperando. Nos acercamos a ellos. Sonrientes, felices y sin soltarse la mano nos iban besando a cada uno de nosotros. Me moría de amor cada vez que les veía juntos, no podía remediarlo. Y cómo me gusta que mi mejor amiga me llame cuñada mientras saca su mejor sonrisa para dedicarme. Francis por fin había madurado en esto del amor, yse había dado cuenta que no podía estar sin ella, tanto que apenas dos semanas después de que detuvieran a Jorge ya vivían juntos en casa de Alba, visitaban a mis padres todos los fines de semana y habían hecho su primer viaje juntos. Y como no pueden ser más intensos sólo había un lugar donde ir, el destino elegido fue París, para prometerse quererse toda su vida bajo la Torre Eiffel. ¿Intensos? ¿Ellos? Para nada...

Íbamos a entrar cuando recibí un whatssap y me paré, Malú se giró y le sonreí, le acerqué mi móvil, lo cogió y después de leerlo envió una nota de audio.

Tras la sorpresaWhere stories live. Discover now