Capítulo 8

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P.O.V Samuel.

Dios dame paciencia, solo paciencia  para poder aguantar las malcriadesas de Andrea.

— No pararé el auto señorita.– Le dije tratando de sonar calmado.

— Te dije que pares el auto, ¡Ahora!

— Como quiera.– Andrea necesitaba que alguien le diera una lección, y si ese iba a ser yo pues Amén.

Pare el auto, para que Señora bruja se bajara. Se bajo y empezó a caminar en dirección al norte,la seguí con el auto.

— No me volveré a subir en ese auto, te puedes ir.

— No la dejare sola en esta carretera, es muy peligrosa y yo soy el responsable de usted, y además es una camioneta no un auto.

— ¡Mugroso! "Y yo soy el responsable de usted", ¡estúpido!– Verla enfadada y actuando como una niña era sin duda gracioso.– Ni que creas que tengo tres años , para que tú seas responsable de mí.

— Pues es lo que parece, y ya dejese de berrinchuda y suba la camioneta.

— ¿Qué parte de NO subiré, no entiendes?

— Luego no diga que no se lo advertí.

— ¡Al fin, te largas!– Me dijo la muy bruja aplaudiendo.

Esta niñita malcriada necesita urgente una lección, no sería tan cobarde de dejarla sola, sino que dejaría la camioneta en una esquina donde ella no pudiera verla, estoy seguro que se cansará de caminar. Si que camina lento, habían pasado diez minutos y todavía no pasaba por aquella esquina, así que decidí salir de la camioneta e ir razonablemente a hablar con ella, pero todo dio un giro inesperado luego de bajar de la camioneta pude ver como dos chicos que parecían haber salido de un bar no muy lejano, la estaban molestando, creo que seria muy buena idea que sufra un poquito aunque dudo que con ese carácter que tiene no los espante, luego de unos minutos que los chicos no la dejaban en paz, me dirigía hacia ella, cuando le dio una cachetada a uno de los que estaba detrás, que hasta a mi me dolió la bruja si que tiene buena derecha, al verlo el otro que le quedaba al lado la agarro de los brazos y le iba a devolver la cachetada y eso si que no lo podía permitir, nadie y mucho menos en mis narices maltrata a una mujer.

— Oye tu, pedazo de cobarde que te crees que haces, ¡sueltala!

– Ja y esté quien se cree ¿Superman?

— Por supuesto que no me creo y mucho menos soy superman, ¿Pero sabes lo que si me creo?, alguien capaz de hacer esto.– Y con todas las ganas que tenia le di un puñetazo que lo mejor sera que vaya al dentista. Y en ese momento llego una patrulla de policías.

— ¡Alto! Quiero que  todos tengan las manos en alto, todos.

Así mismo levantamos las manos y los dos chicos que se encontraban al lado mío se echaron a correr.

— No se preocupen esos chicos no volverán a molestar. ¿Ustedes necesitan que los lleven?

— Muchas gracias oficial, pero no, allá esta nuestra camioneta.

— Entendido, pero ¿que hacían por esta carretera a estas horas? Son sumamente peligrosas a todas horas, y esto no fue nada con otros casos que han pasado por aquí.

— Pues aquí como ve, la Señorita del Junco quería caminar un poco y decidió bajarse de la camioneta.– Le respondí al oficial, señalando a Andrea.

— Si es verdad pero ya se, muchas gracias por todo.– Respondió Andrea rodando los ojos.

— Como ya todo esta bien, me voy, cuidense y hacen muy bonita pareja.

— Jamás haría ni estaría con este mugroso.– Grito Andrea dirigiéndose tanto a mi como al oficial, el cual subió a su patrulla y se fue.

— Lo menos que esperaba era un gracias.– Un gracias de parte de Andrea ya seria demasiado.

— Ni lo creas, conmigo no te vengas a hacer de héroe porque no te cuadra, yo sola hubiera resuelto mi problema.

— Si que eres malcriada y malagradecida.

— Prefiero serlo a ser una Mugrosa muerta de hambre.

— Ya en canse de tus insultos, y esta sera la ultima vez que lo vuelvas a hacer.– Le respondí agarrándola de los brazos.

— Y que harás, seras tan cobarde de pegarme.– Dijo tratando de zafarse.

— No seria tan cobarde, pero si tengo los pantalones bien puestos para hacer esto.– Dije mientras la sujetaba y la besaba, con toda esa pasión, al principio trataba de oponerse pero luego me siguió al beso, y todo se estaba saliendo de mis manos los labios de Andrea eran adictivos como una droga o pero, pero suaves y dulces.

— No te doy tanto asco de lo que pensaba, y ahora vámonos. – Le dije o mas bien le ordené separándome de sus adictivos labios.

Andrea 0 – Samuel 1.

                             ***

Muchas, muchas  gracias por todo este apoyo a la historia, no sería lo mismo sin ustedes.

Les pido por favor, dejenme  sus comentarios y opiniones.

Tratare de publicar otro capitulo hoy.♥

ÁmameWhere stories live. Discover now