PROLOGO

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A la voz de "corre", se levantó y corrió más fuerte que nunca en su vida. Descalza, llegó hasta un auto que la conduciría al lugar que ella le indicase.

Recién allí, con el vehículo en marcha, notó que él no la había seguido. Miró hacia atrás, y le pareció ver su figura entre los indignados hombres que hace tan solo minutos atrás iban a ejecutarla. Pudo haber sido cierto, pero lo más seguro es que fuese su imaginación.

Se recostó en el asiento y entrecerró los ojos. Una lágrima escurridiza rodó por su mejilla. Luego se llevó la mano a la boca, jugó con sus dedos sobre sus labios y rió. Y es que claro, por mucho que anhelase con todo su ser que él la hubiese acompañado, al mirar a la distancia todo lo que había pasado, se dio cuenta de que eso no pasaría. Incluso si él lo hubiese querido. Porque aunque quizás el sentimiento que había nacido era tierno y verdadero, las intrigas, dudas y traiciones lo habían empañado, transformándolo en un espejismo.

Abrió los ojos y notó algunos detalles del paisaje, le preguntó al chofer dónde se encontraban exactamente, a lo que él respondió "Estamos saliendo de Karachi"

-¿Puede dejarme en el aeropuerto? - pidió

-Tengo instrucciones de dejarla donde usted quiera, señorita Adler.

Entonces se durmió hasta que el hombre le avisó que habían llegado. Ella bajó del auto, y el chofer emprendió camino, desapareciendo de su vista a pocos metros.

Irene sólo tenía una tarjeta de crédito y su celular. Entró al recinto y en uno de los diversos negocios disponibles, compró una maleta pequeña, un par de zapatos, un abrigo y un vestido rojo.

Se sentó a esperar, mirando cada cierto rato, como si aun aguardase por alguien. Finalmente, se decidió y se acercó a un mostrador para pedir un pasaje a Marrakech. Debido a la prontitud del viaje, el costo de este era un tanto más alto de lo que ella había calculado, por lo que empezó a creer que el saldo en su tarjeta no le alcanzaría; afortunadamente, el monto fue suficiente para cubrir ese valor y dejarle lo suficiente para un café cuando llegase a Marruecos.

Esperó inmóvil, mirando su celular, el anuncio para abordar de su vuelo. Cuando este despegó, miró por la ventana y suspiró, luego hacia el frente, para apoyar su cabeza en el respaldo del asiento, cerró los ojos. Una vez en el aire, volvió a mirar hacia la ventana, todo parecía tan pequeño y lejano... tan ajeno a ella. Sin duda sería un nuevo comienzo, donde podría olvidar todo, incluso a Sherlock Holmes.

EN LA LINEA DE FUEGOHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin