CAPITULO XXIV: DUDAS

62 8 0
                                    

Por la mañana, Sherlock aun estaba nervioso, había dormido poco y se sentía algo irritable. Por el contrario, Irene estaba muy tranquila, casi como si disfrutase el escenario actual.

-Creo que algo entendí mal de la negociación y ahora es mi vida la que está en riesgo – comentó el detective, al ver que la mujer leía el periódico tranquilamente en el sofá.

-No... pero como dice tu hermano, preocuparse no es una ventaja, y ya les dimos muchas. No les otorguemos también esta.

Sherlock rió y se quedó pensando un rato.

-También me dijo eso cuando me diste tu regalo de navidad. – afirmó.

-¿Cómo de mi teléfono pasamos a eso? – preguntó Irene, interesándose en el tema.

-Ah, no. No hablaba de eso. Me refería a encontrarte muerta en la morgue de Bart's – contestó el detective, con desinterés.

Irene entendió su molestia y dejó el diario de lado, para sentarse junto a él en el piso a revisar los antecedentes. Holmes comenzó a explicarle algunas teorías y conexiones y de a poco, la saturó de información.

-Ok, espera. Es demasiado – dijo, tomando sus sienes.

-Por favor, si lo conectas todo, es como si fuese uno solo. – reprochó el detective.

-Enséñame. – pidió Irene.

-¿Qué cosa?

-Eso que tú haces con tu memoria, tu... - se esforzó por encontrar el concepto correcto – palacio mental. Enséñame a hacer eso.

Sherlock la miró de reojo con una sonrisa entre los labios. Sabía que con su poca paciencia sería difícil, pero la mujer parecía tan interesada en aprender que decidió darle una oportunidad de hacerlo. Tomó dos papeles y comenzó a explicar poco a poco como tenía que imaginarse las cosas, los tips que conocía para recordar temas difíciles y le dio tranquilidad, diciéndole que no se esforzase en crear un lugar demasiado grande o saturado por ahora. Que podía iniciar con algo pequeño. Poco a poco, fueron repasando y añadiendo nueva información, de manera que para el mediodía, ya recordaba o tenía la noción de bastantes cosas que podían encontrar y con qué chantajearlo, de acuerdo al plan. Sherlock se terminó de convencer de que en realidad, dentro de todo lo malo, la fiesta era una buena alternativa. Almorzaron y Sherlock pensaba en intentar recaudar más información o averiguar algo sobre el tipo que acompañaba a Sargyán, sin embargo, Irene se arregló para salir.

-¿Dónde vas? – preguntó Holmes

-Cevahir. Tenemos una fiesta mañana y no tengo que ponerme.

-¿Y si nos concentramos en lo importante? – preguntó Sherlock, señalando la montaña de papeles en el piso.

-¿Crees que no lo hago? Irás de encubierto a una fiesta, pero no piensas en qué te pondrás. Necesitamos pasar desapercibidos.

-Necesitamos encontrar con qué chantajear a Aram. – respondió Holmes, sin dar su brazo a torcer.

-Y lo que sea que consigamos, sólo lo haremos entrando a esa fiesta y estando ahí el tiempo suficiente como para infiltrarnos en sus oficinas y sacar algo. Ahora, ¿me acompañas?

Sherlock respondió con una expresión de hastío, volviendo a introducirse por completo en el estudio de los antecedentes. Extrañaba tanto su red de vagabundos. Serían tremendamente útiles en este momento.

--

La mujer volvió tres horas más tarde, con varias bolsas. Sherlock estaba recostado en el sillón, mirando al techo, con las manos juntas, como solía hacerlo cuando pensaba. Irene pensó en no molestarlo, sin embargo, arrojó una de las bolsas sobre él.

EN LA LINEA DE FUEGOWhere stories live. Discover now