Sherlock se levantó más tarde, tranquilo. Por alguna extraña y desconocida razón (para él) se sentía en calma sabiendo que Irene estaba ahí, a su lado. Se fue al baño, y salió. Había escuchado la puerta de la habitación de la mujer abrirse pocos minutos antes, por lo que creyó que llegaba a tiempo para acompañarla a desayunar. Estaba muerto de hambre.
Al llegar, notó que Adler no estaba sola. Mycroft estaba sentado frente a la mujer.
-Veo que era cierto lo de siempre llegar a las comidas. Hermano – saludó, al momento que tomaba la cafetera y se servía.
-Al parecer no han perdido el tiempo. – comentó Mycroft, con su típica sonrisa complaciente.
-No podía seguir extrañándote más. – contestó Sherlock, devolviéndole la sonrisa, en el mismo tono.
-Es el desayuno. ¿Pueden guardar sus disputas de hermanos por lo menos hasta el almuerzo? – comentó Irene, molesta.
Sherlock le dio un sorbo a su taza y lanzó una mirada de niño resentido a su hermano. Irene, sabiendo que las visitas de Mycroft siempre acarreaban un montón de cosas por hacer, decidió dejar de perder el tiempo y preguntó:
-Y bien, ¿qué me trae esta vez?
-Una disculpa. – dijo el mayor de los Holmes, en tono serio.
Adler y el detective alzaron la cabeza para mirarlo, sorprendidos.
-Por el amor de Dios, Mycroft. Me podrías matar con esas cosas – dijo Sherlock, dándole una mordida a un sándwich. – especifica y deja de ser dramático.
-Una disculpa por no haber venido en estos días. – continuó el hombre, como si no hubiese escuchado la intervención de su hermano. – Por la algo incómoda compañía que le hemos impuesto – mirada de regaño a Sherlock – y por la escasa información que le hemos podido proporcionar.
-Entiendo todo. Pero honestamente, si no había venido hasta ahora, con lo de Margarette y todo, no creo que haya venido solo a ofrecer disculpas. – contestó Irene, cordialmente.
-Traje sus últimas cosas de Marruecos y algunas cosas para mi hermano desde Londres.
Irene lo miró con desaliento. Le incomodaba no tener nada que hacer.
-¿Qué pasó con Margarette? ¿Cómo está? – preguntó luego de un largo silencio.
-Bien. La hemos reunido con su familia y le están eternamente agradecidos. Sin embargo, el sujeto escapó. – Sherlock hizo un gesto de desaprobación ante la exposición de su hermano – lamento no haberle informado, sé lo mucho que le importaba el destino de la joven, pero tenía un funeral que planear – y dirigió una mirada ruda al detective que miraba el periódico.
-De seguro te costó mucho fingir la tristeza. – lanzó Sherlock, sin despegar la vista del diario
-No tanto como creerías. – respondió el mayor, intentando ser honesto.
-Claro, recordabas que en realidad estoy vivo y te ponías a llorar.
-Sherlock – solicitó Mycroft, compasivo.
El menor de los Holmes lo miró con desagrado y se levantó de la mesa, para ir a la sala a revisar los objetos que su hermano había traído para él. Unos minutos después, y tras hablar de lo que había ocurrido en el gran bazar, Mycroft e Irene se le unieron.
-No traje nada de lo que había en el cajón del mueble junto a la ventana, si es lo que buscas, hermano. – dijo Mycroft apoyando su paraguas en el piso, con un tono que Irene interpretó como reproche.
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EN LA LINEA DE FUEGO
FanfictionA la voz de "corre", Irene Adler se levantó con todas sus fuerzas para salvar su vida. Sin embargo, notó que estaba sola. Ahora, con una nueva vida, las sombras del pasado vienen a forjar su destino una vez más.