CAPITULO II: LAS SOMBRAS DEL PASADO

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Su plan inicial era ir directo al hotel e intentar huir, sin embargo, una vez dentro del auto decidió pensarlo mejor y notó que la mejor opción era acudir a Benhima; después de todo, él era responsable por su seguridad. Le pidió al taxista llevarla a Palmeraie.

-¿Y estás segura que es él? - le preguntó, una vez que ella le comentó el asunto

- Tú lo conoces, no es alguien que se confunda con la multitud, mucho menos aquí.

-Irene, querida, si Mycroft Holmes esta aquí, buscándote, no hay absolutamente nada que yo pueda hacer para impedirlo. ¿Crees que trajo a su hermano?

Y aunque con todo su corazón ella esperaba que sí, sabía que era imposible

-No - contestó, disimulando su nostalgia - él nunca sabrá que Sherlock salvó mi vida.

-Irene, cielo, tienes un nombre nuevo, cuentas bancarias nuevas, incluso conocimientos y un empleo nuevo. Marruecos está lleno de mujeres inglesas, hermosas como tú, y aunque ninguna es realmente como tú, dudo que pueda encontrarte.

-No puedes estar seguro.

Ante esa respuesta, el hombre sonrió y acarició su muslo, poco a poco subió su mano hasta que sus dedos se encontraron con la ropa interior de Adler.

-Ven, hay algo nuevo que quiero mostrarte. Sé que te va a gustar. Vamos a relajarnos y después pensaremos en algo.

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La mejor idea que se le ocurrió fue que actuara bajo dos nombres falsos, pero ella sabía que eso no funcionaría. Lo dejó fingiendo estar tranquila y se fue a su hotel.

-Tengo clientes que atender.

Efectivamente, esa noche el presidente de Francia que estaba en comitiva sin su esposa, conoció las virtudes de la Dominatrix. Mientras el hombre dormía, semidesnudo y aun con las marcas de las mordidas en su cuerpo, Irene le tomó una fotografía. "Mi seguro de vida" pensó mientras la guardaba.

Por esos días recibió muchos diplomáticos de diferentes países europeos, por lo que comenzó a creer que la presencia de Mycroft Holmes en Marruecos se debía sólo a un acto propio de sus labores como empleado del gobierno británico. Sin embargo, y por precaución rechazó a todos los clientes ingleses que preguntaban por ella durante esos días. Por boca de sus amigos, se enteró que la convención duraría una semana, por lo que no pasó mucho tiempo antes de volver a sentirse segura. Así, la que sería la última noche de reuniones y discursos sobre paz, Irene llegaba a su habitación cuando uno de los empleados le entregó un sobre totalmente sellado. Entró y lo miró por unos segundos antes de decidirse a abrirlo, no tenía remitente, ni una nota, o algún indicio que le señalase a que correspondía tan extraño paquete. Lo abrió. Dentro, había una bolsa de plástico, sellada, con un expediente y varias hojas sueltas, además de algunas fotos de su sitio web, entonces, desesperadamente lo abrió. Revisó y tal como sospechaba, era "SU" expediente. Incluso la lista de peticiones que había hecho estaba allí, excepto su teléfono, ese por el que había perdido todo, no estaba. Se dio cuenta que estaba perdida, entonces su celular, que estaba sobre la cama junto a ella, recibió un mensaje:

"ES MUY GRATO SABERLA CON VIDA"

Pasó unos segundos sin reaccionar y luego comenzó a empacar tranquilamente. Un par de lágrimas se asomaron por sus ojos. Guardó también su expediente y llamó a la recepción para solicitar que la pusiesen en contacto con una agencia de viajes, sin embargo, cuando lo pidió, se dio cuenta de que ya era demasiado tarde y el lugar debería estar cerrado. Pensó en ir al aeropuerto directamente, tal y como lo había hecho en Karachi, pero en ese momento, tocaron a su puerta. Aguardó por el clásico "servicio de cuarto" sin embargo, no pasó. Se quedó inmóvil por unos segundos y volvieron a tocar, pero esta vez, escuchó la voz del gerente que a través de la puerta le dijo "es administración, señorita Rainieri". Fue a abrir y el hombre tenía una nota entre sus manos. Le pidió pasar mirando hacía ambos lados.

EN LA LINEA DE FUEGOWhere stories live. Discover now