CAPITULO XXV: MÁS ALLÁ DE LA OSCURIDAD

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Era una casa bastante grande, y vieron a mucha gente entrando al lugar. Una multitud, pasarían desapercibidos.

Irene, que no sabía muy bien que elegir, había comprado más de un vestido. Finalmente se decantó por un vestido gris, de corte asimétrico que dejaba su hombro izquierdo despejado. En el derecho, tenía un pequeño accesorio de metal. En la parte de arriba era drapeado, mientras que la falda caía suavemente. El corte marcaba con precisión la cintura de la mujer, que llevaba maquillaje simple, los labios en rojo y las uñas igual. Zapatos negros, con una pequeña hebilla que complementaba el accesorio del vestido. Como accesorio, solo dos pequeños pendientes de oro.

Holmes lucía un traje negro y una camisa blanca. Los intentos de la mujer porque se pusiese un pañuelo en el bolsillo exterior de la chaqueta fueron inútiles. El pajarita era del mismo color que el vestido de su acompañante. Al observar más de cerca al resto de los invitados, notaron que habían acertado en la elección de sus tenidas.

Se acercaban a la puerta cuando Sherlock recibió un mensaje de su hermano.

"¿MUY TARDE PARA LA RETIRADA? VAN A ESTAR RODEADOS DE SU CIRCULO MÁS CERCANO.

NO ES SEGURO"

Holmes recogió suavemente la mano de Irene y una vez que hubo entrelazado sus dedos, la apretó con suavidad para enseñarle el mensaje, mientras él miraba por sobre su hombro, hacia los hombres que custodiaban la entrada.

-Si nos retiramos ahora, será mucho más evidente. Aram tiene que vernos aquí. Eso bastará. – comentó Irene, en su oído.

Sherlock envió la negativa a su hermano mayor y entraron, aun tomados de las manos.

A la primera persona que vieron fue al "consejero" de Sargyán. Irene le sonrió amistosamente y apretó un poco la mano de su acompañante para que hiciera lo mismo. El hombre les respondió levantando la mano, en señal de saludo. Caminaron entre la multitud y de ser por Sherlock, se hubiesen quedado parados al medio, observando el escenario, pero Irene lo forzó suavemente para avanzar hasta el bar en el fondo. Pidió dos copas de champagne y extendió una a su compañero. Ambos se apoyaron de espaldas en la barra y analizaron el entorno.

-No sé cómo te va a funcionar lo de infiltrado en la red de Moriarty – le comentó Irene, acercándose un poco.

-¿Por qué lo dices? – preguntó Sherlock, mirándola extrañado ante el comentario.

-Siquiera puedes pasar desapercibido en una simple fiesta. Tienes que relajarte, intentar pasarlo bien. Sé que no es tu entorno natural, pero trata de verte tranquilo.

-O sea, no ser yo mismo. – dijo, como un reclamo.

Al poco rato, Sargyán apareció y comenzó a saludar a varias personas. Mycroft tenía razón, todos parecían extremadamente cercanos a él. Finalmente, pasó junto a ellos, y les sonrió amablemente, pero fue otra clave de que no podían estar tranquilos y debían darse prisa. El hombre dio un pequeño discurso que fue muy aclamado por los asistentes. Irene no entendió una palabra, pero Sherlock tradujo algunos conceptos claves para ella. Después de eso, Aram se dedicó a charlar amistosamente y reír con un grupo de hombres que vestían trajes claros y utilizaban vistosos anillos. Irene le propuso a Sherlock que también era hora de entablar conversación con alguien. Sin embargo, el detective estaba demasiado irritable para eso. Discutían el asunto cuando notaron que el "consejero" de Sargyán les hacía una señal, indicando una de las habitaciones junto a la escalera. Una vez que comprobó el contacto visual, se fue sigilosamente hasta la puerta señalada. Irene y Sherlock miraron a su objetivo, que seguía hablando animada y despreocupadamente. La mujer presionó la muñeca de su acompañante, sin embargo, este se negó, plantándose firmemente en su posición. Entonces Adler lo abrazó y le explicó sus razones para seguirlo, susurrando en su oído.

EN LA LINEA DE FUEGOWhere stories live. Discover now