Capítulo 4

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Canción recomendada: One way or another de Until the rebbon breaks  

En el recorrido de la tienda de comestibles al departamento, Hannibal percibió que un hombre lo seguía de cerca, podía sentir el aroma a cigarrillo y granjeas de menta que exhalaba, lo había sabido desde el segundo día en que se hospedaron, no era un agente del FBI, su poca discreción lo delataba, era un depredador sin duda, pero uno muy poco capaz, la niebla comenzaba a descender en el camino, el doctor se detuvo en algunas ocasiones para darle al hombre la ventaja dejando que mostrara sus intenciones, pero aquel sujeto no parecía muy interesado en cometer ningún tipo de crimen en un lugar público, por lo tanto quedaba otra posibilidad, el hombre esperaría hasta llegar al departamento, con seguridad esperaba no sólo llevarse un botín aceptable, sino también dejar salir sus impulsos sanguinarios; por supuesto un monstro reconoce a otro, el doctor casi podía olfatear la acidez del sudor a través de la ropa por la excitación de lo que imaginaba hacer el hombre. Para el psiquiatra era como observar a un lobo hambriento, ansioso por atacar, conteniéndose apenas por los movimientos de la presa, a Lecter esa actitud le asqueaba, tan poco cauta y desesperada, sin ningún dejo de virtud.

Siguió caminando con paso seguro, permitiendo que el hombre lo observara, dejándole migajas en su camino al juguetear con las llaves y mirar su fino reloj de vez en cuando, eso parecía acrecentar la avaricia del vigilante, el doctor había decidido que ya era hora de darle al hombre lo que buscaba, y así tener la oportunidad perfecta para mostrarle a Will un poco más de sí mismo y de él por supuesto, y proveerle de nuevo el placer de matar al que Will se mostraba tan recio a experimentar.

Hannibal entró al edificio y aparentó dejar la puerta principal abierta por descuido, el hombre no tardó en entrar creyendo haber tenido suerte, el doctor se paró frente a la puerta del departamento y la abrió, dentro se escuchaba el agua correr de la regadera, aspiró el aroma a jabón y a Will, era una interesante combinación; tal como esperaba en su nuca se apoyó el cañón de un arma y él levantó los brazos aún con la bolsa de las compras.

—Puede llevarse lo que quiera— dijo con tranquilidad.

—Entra— indicó el hombre presionando el arma sobre la cabeza de Hannibal.

Ambos entraron cerrando la puerta tras ellos, el hombre comenzó a inspeccionar el lugar con la mirada, el lugar amplio tenía a la vista sólo lo necesario y entre ello una caja fuerte muy parecida a microondas en la sala, Hannibal miró complacido el entusiasmo del asaltante.

—Debería bajar el arma, puedo darle la clave— se giró para mirar de frente al hombre, tenía aproximadamente la misma estatura de Will, de tez blanca y ojos negros, el cabello corto despeinado debajo de un gorro le daba un semblante sombrío, no podía tener más de treinta años calculó, los tatuajes en su cuello y nudillos le indicaron que había estado en la cárcel, tenía el cuerpo atlético y ejercitado producto de una larga estancia en prisión sin duda.

—¿Hay alguien más?— El sonido del agua llamó su atención.

—Sólo mi compañero, debe estar tomando una ducha.

Hannibal colocó la bolsa de papel sobre el mueble junto a la puerta con calma, no tenía ninguna intención de asustar aún a su invitado. Así que volvió a levantar los brazos para dejarle sentir que él controlaba la situación.

—¿Dónde está?

—Es por ahí— mostro con la barbilla.

—Muévete— presionó el hombre moviendo el cañón de pistola, el doctor Lecter caminó despacio hasta el baño pasando por la gran espacio que no tenía paredes a excepción de los muebles que delimitaban las áreas, dos sillones individuales frente a una chimenea electrónica que fungía como sala, un diván detrás de éstos, una alfombra y una gran cama, el cuarto de baño sin puerta unos pasos más allá mostró de inmediato a un Will de perfil desnudo dentro de un cubo de cristal empañado por el vapor, rastrillaba su cabello retirando el exceso de jabón en el.

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