Capítulo 7

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Quantico, Virginia. Academia del FBI

Sentado en su oficina subterránea Jack Crawford revisaba el último informe, hojas y hojas de un expediente sobre un crimen pasional, un marido enfurecido por la infidelidad de su esposa la había asesinado a ella y al amante intentando que pareciera un accidente; pero había cometido muchos errores, pasó su vista por las fotografías, los esquemas de las autopsias y firmó la orden de arresto. Llamó al agente Zeller y le entregó la orden y el resto de papeleo.

—Creo que deberías descansar Jack, te ves pésimo.

—Aún no, se acerca el fin de semana y hay mucho papeleo por hacer, me ayudaría el que llevaras a cabo ese arresto de inmediato— le dijo levantando una ceja.

—Fue sólo una observación — contestó el agente presto a retirarse, al salir se topó en la puerta con Freddie Launds a quien apenas le dedicó una mirada.

—¿Puedo pasar?

Jack asintió y la pelirroja se acercó para tomar asiento frente a él. Como siempre iba suntuosamente vestida.

—¿En qué la puedo ayudar señorita Launds?

—Soy yo quien viene a ayudarlo agente Crawford.

—Hace tiempo que usted ya no es de ayuda al FBI.

—Pero hacemos un buen equipo— dijo y le entregó un folder gris con algunos documentos, Jack lo tomó sin comprender.

—Son recibos de Bedelia Du Maurier, el día de la desaparición de Hannibal Lecter y Will Graham ella rentó una avioneta, se supone que iría a Nebraska, pero al final cambió la ruta, se pagó mucho dinero por el cambio y no salió de su bolsillo, la asistente de la aerolínea privada dijo que un hombre contestó el teléfono y pidió que se les recogiera en su casa.

—¿Qué pretende entregándome ésta información?

—Que reabra el caso, ellos no están muertos agente Crawford.

Launds aseveró con firmeza estrujando su costoso bolso en un acto reflejo. Jack estaba por contestar, Freddie era la única que seguía escarbando la tierra suelta, la miró pensando en que tal vez sí podría serle de ayuda; ¿pero qué bien haría utilizándola?, al final si lo que decía era verdad ella también acabaría muerta, como todos los que estuvieron a su cargo, no quería la misma historia, debía dejar el pasado en su lugar.

—Por favor, dígame que hará el intento, nadie está a salvo si siguen con vida, ambos, Hannibal y Will Graham, vio de lo que son capaces.

La voz gruesa de un hombre en la puerta los sobresaltó, el subdirector del FBI un hombre de mediana edad, alto y de rostro enjuto había escuchado parte de la conversación pero para no parecer grosero sólo se aclaró la garganta evidenciando su presencia.

—Necesito hablar contigo Jack— él tampoco tenía muy buenas referencias de Freddi Launds, por lo que esperó a que ella se levantara y saliera de la oficina. Antes de irse, Freddie miró a Jack guardar el folder, con una mirada le agradeció y salió en silencio.

—Por tu bien espero que no estés pensando en hacer lo que ella te dijo— mencionó Tunberry sentándose frente a su escritorio— te queda un año para el retiro obligatorio Jack, pudiste retirarte desde hace tiempo, comprendo la necesidad de mantenerte ocupado después de la muerte de Bella, pero no dejaré que te enlodes de nuevo, en Washington no se habla muy bien de Ciencias del comportamiento.

—¿Cuándo lo han hecho Tunberry?

—De cualquier forma, te quieren como director adjunto, reconocen lo que has hecho por ésta unidad. Prurnell enviará a alguien más para ponerla en orden, su nombre es Paul Krendler, el tipo es un ex militar, algunos dicen que está un poco zafado pero da resultados; yo lo veo como un burócrata con esteroides.

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