Capítulo 12

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Hola queridos lectores, el día de hoy me encuentro muy feliz por poder compartir con ustedes un capítulo más, muchas gracias por sus comentarios y por seguirme. Además está la noticia que ha circulado por las redes en cuanto una futura cuarta temporada de Hannibal, crucemos los dedos por que se haga.

La segunda razón es tal vez un poco más interpretativa, puesto que ustedes no lo saben les diré que la psicología es una de mis pasiones a demás de escribir y fue un grato y cómico momento el encontrar en uno de mis libros un referente al hecho simbólico de Will cazando al ciervo, pues de acuerdo con Carl G. Jung, ese acto simboliza el mismo acto sexual, ¿curioso verdad?, y pensando en el grandioso Brayan Fuller supongo que nada se le escapa, y aquello es un guiño para todos los seguidores del Hannigram.

En fin, sin más que decir, los dejo con el capítulo y la melodía de hoy. Sonata No. 6 Thomas Arne.

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Quantico, Virginia.

Jack se paseó por última vez en aquella oficina que tantos años había ocupado, era en su mayoría oscura y fría por ser subterránea pero siempre le había parecido lo suficientemente cálida a la hora de enfrentarse a un asesino en serie. Cada lugar guardaba para él tantos recuerdos, aquellos sillones donde había reposado consternado cuando descubrió la enfermedad de Bella, junto a él se había sentado en silencio Will, no se movió durante las siguientes tres horas hasta que pudo formular apenas una oración. Lo extrañaba, a ese muchacho inteligente y de sonrisa tierna, aún se lamentaba el haber dudado y dejarlo a merced de Hannibal. Frente a su escritorio estaban las dos sillas donde había reunido por primera vez al monstruo y a Will.

En su larga carrera cometió errores como cualquiera, pero aquella última etapa había marcado profundamente su vida, perdió a tantas personas en el camino en un tiempo muy corto. Suspiró recogiendo sus últimas pertenencias.

—Lo siento pensé que la oficina estaba vacía— dijo un hombre alto y fornido después de entrar sin anunciarse.

—No se preocupe estaba por irme.

—Jack Crawford ¿verdad?

—Agente especial Jack Crawford y ¿usted es?

—Paul Krendler, pensé que ya estaría instalado en Washington— le estrechó la mano.

—Si eso parece.

—Lamento si lo incomodé, Purnell quiere que comience a trabajar en la unidad de inmediato.

—No, está bien, conozco a Purnell lo suficiente— Jack tomó la caja en el escritorio con sus objetos personales y dispuso a salir de la oficina que por tanto tiempo lo había acogido. Se despidió y salió, en medio del camino hacia la puerta principal agentes jóvenes y entre ellos Jimy Price y Zeller quienes comenzaron a aplaudir, era lo menos que podían hacer por el Gurú de Ciencias del Comportamiento, a Jack le pareció agradable, pero ¿cómo podían llamarlo Gurú aún, cuando había tenido delante al mayor asesino serial y se le había escapado como el agua entre los dedos?

Sonrió agradecido a los muchachos, Jimy mencionó algo sobre una fiesta de despedida, evitó cualquier cosa relacionada con comida o cena, muchos de los que conocieron a Hannibal Lecter evitaban esas palabras, Jack aceptó ir a beber por la noche a algún bar, todos los que quisieran estaban invitados. Al llegar a su camioneta Crawford se quedó pensativo por un momento, reclinándose cómodamente en el asiento, no estaba seguro de haber hecho lo mejor al aceptar ser director adjunto en Washington. Buscó su celular para ver la hora y encontró un mensaje, lo abrió y lo primero que vio fueron fotografías de cartas y dibujos de Lecter dirigidos a Du Maurier durante su estancia en el Hospital Psiquiátrico.

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