Capítulo 6

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Poco después de que Will se hallara profundamente dormido junto a él, Hannibal se desplazó hacia el baño, era un verdadero desastre, algo que Will no debería ver dentro de casa, se dispuso a limpiar todo y luego a llevar el cuerpo hasta las afueras de Londres donde sería conveniente dejarlo. Condujo por una hora hasta Broadland en el condado de Norfolk, el paisaje nocturno lo motivo a crear, reconocía que William no era fácil de predecir, al compás de El Mesías de Haendel en el estéreo del auto, rememoraba cada una de las expresiones provocadas en él, el timbre de su voz, la textura de su piel y su sabor, había sido muy hábil el mostrarle a Will el acantilado aquella tarde, plantó la semilla y la vio germinar al caer por la borda; al mismo tiempo catalogaba imágenes de las pinturas y esculturas para la ocasión, su capacidad para seguir diferentes líneas de pensamiento a la vez le facilitaba pensar que haría con el cadáver que llevaba en la cajuela; una vez más dejaría su sello en un lugar que lo ameritaba en honor de William.

Al terminar su visita en Norfolk llevó consigo algunos "suvenires" de un tendero poco cortés en una gasolinera, estaba en el crepúsculo del amanecer cuando emprendió el viaje de regreso, subió a su auto con un timo y un páncreas en una pequeña hielera. Puso en movimiento el vehículo y en cuanto salía de la gasolinera un perro apareció detrás de la vieja casa del tendero, persiguiendo el auto, lo dejó atrás unos metros viendo como se hacía pequeño en el espejo retrovisor, de pronto se detuvo y dio marcha atrás, salió del auto, llamó al animal y sin más lo hizo subir al asiento trasero.

Un sobresalto despertó a Will, la sensación de caída en un sueño siempre es desagradable más cuando ya la has experimentado; no pudo calcular la hora, las pesadas cortinas amortiguaban excepcionalmente la luz del día haciéndole posible dormir, se removió perezosamente, a su lado no había nadie sólo una bata colocada especialmente para él; suspiró y se giró boca arriba para evitar mirar la prenda, su abdomen dolía no recordaba la última vez que había tenido sexo y esa noche había rebasado su límite, ni siquiera tenía la habitual erección matutina; todo lo sucedido hasta ese momento en la cama borró de tajo la vida que una vez conoció, meditó con los brazos bajo su cabeza y mirando al techo; cuán difícil sería ahora apartarse de Hannibal, le había entregado un sacrificio humano y se había inmolado en su altar; en ese punto sólo se había encargado de personas "malas", ¿qué pasaría si ahora tenía que matar inocentes?, ¿qué había de la madre de ese hijo que aún no conocía y que tal vez no debería conocer?, a Hannibal no le significaría nada separa a una madre de su hijo para ver su plan consumado, pero él sabía lo que era crecer sin una madre, si es que la del niño no estaba muerta ya. La duda lo carcomía aun cuando estaba sumergido en la oscuridad que supone lo extraño y la pulsión de autodestrucción no podía evitar que su conciencia le infligiera dolor.

Se levantó al escuchar el sonido de pesuñas sobre el piso y la respiración de un animal, era nuevamente el ciervo negro de gigantes proporciones que lo miraba desde la sala, movió su cornamenta y desapareció al entrar al cuarto de baño; Will se colocó una playera, bóxers y fue directamente al baño en busca del cadáver, pero cuando entró no había nada, ni una mancha de sangre, lo único que delataba la verdad de la noche anterior era la inexistencia del cubo de cristal de la regadera. Escuchó el sonido metálico de las llaves y la puerta principal al abrirse, se giró y caminó unos pasos hacia la entrada, Hannibal llegaba con una bolsa de papel y una hielera en su mano izquierda mientras con la derecha sostenía la correa de un border collie tricolor.

Sin importar mucho cualquier otro pensamiento o pregunta Will se acercó al perro de manera amistosa, se colocó de rodillas y le acarició el pelaje dejando que la lengua húmeda tocara su cuello.

—Buenos días Will.

—Buenos días.

—Lo encontré esta mañana cuando salí a despedir a nuestro invitado, vagaba sin dueño, pensé que te gustaría cuidar de él.

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