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Cuando entró a sus habitaciones, Draco se tumbó de nuevo en el salón sintiéndose más deprimido que nunca; cada día le pesaba más el encierro, la vida nueva que ahora tenía y todo lo que conllevaba.
-Quiero irme de aquí... -musitó cerrando los ojos.
A la hora de la cena, ni siquiera quiso comer y pensó en decirle a Minerva que ni siquiera entrara con la comida, no comería, pero cuando tocaron a la puerta, quien entró no fue ella sino las dos concubinas.
-¿Qué sucede? –preguntó viéndolas entrar con una charola de comida cada una.
-Hoy cenaremos aquí –dijo Luna sonriendo traviesa.
-Millicent y Myrtle cuidaran a las niñas.
-Ellas insistieron, no pude hacer nada –exclamó Minerva entrando tras ellas sonriendo.
Las tres mujeres colocaron las charolas en la mesa para después sentarse como si nada.
-Anda Draco, cena con nosotras –dijo Pansy.
-Esto hacemos cada noche, a veces en las habitaciones de Pansy y a veces en las mías.
-¿Y en las de Bellatrix? –preguntó sentándose sin más remedio.
-¡Ah, ella es una arpía! –dijo Pansy.
-Pansy, por favor... -exclamó Minerva mientras servía té.
-No la reprimas –dijo Draco suspirando- suficiente tiene con estar aquí como para tener que cuidar lo que dice a cada momento.
-Gracias –dijo Pansy sonriendo- ¿pero por qué dices que suficiente tengo con estar aquí?... soy feliz aquí.
-¿Tú no lo eres? –preguntó Luna.
-Es evidente que no –respondio Pansy borrándosele la sonrisa poco a poco- lamento lo que dijo Bellatrix... es tan mala a veces.
-Anda, come –dijo Minerva sirviéndole un plato de estofado de camello.
-Gracias... -respondió desanimado.
-Pero lo que dijo es cierto ¿verdad? –Exclamó Luna- no eres feliz aquí.
-Entiendo que eras un soldado –dijo Pansy- pero esta vida también es maravillosa, cuidamos a nuestras hijas y atendemos a nuestro esposo, cumplimos la ley de Dios y damos honor a nuestras familias.
-¿Y nada más? –preguntó sin tocar la comida.
-¿Nada mas? –Repitió Pansy- no entiendo.
-Sí... ¿no deseas nada más?
-¿Cómo qué?
-Sí tengo que decirte que desear, es más que evidente que no deseas nada.
-Bueno ¿tú que deseas?
-Deseo ser libre... deseo poder elegir yo mismo la vida que quiero vivir.
-Pero eres un doncel –dijo Luna sonriendo mientras tomaba un trozo de pan- no puedes hacer eso, como nosotras no podemos tampoco, estamos sometidas a nuestro marido como Dios manda.
Draco exhalo un suspiro, era como querer explicarle como volar a una tortuga.
-No pienses que somos tontas tampoco –dijo Pansy mirándolo- dame un ejemplo más claro de lo que según tú, deberíamos desear.
-Muy bien –dijo enderezándose en su asiento- ¿han tenido orgasmos?
Luna casi se atraganta con el pan, por lo que Minerva tuvo que darle golpecitos en la espalda mientras Pansy se ponía de mil colores.
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