capítulo 22

12.6K 983 565
                                    


__________________________________________________________________

-¿Dónde pueden estar? –mascullo Minerva buscando por decima vez en su habitación, hasta que Myrtle la llamo desde afuera.

-Señorita Minerva, ya es muy tarde, el panadero está en la entrada de víveres ¿Por qué no ha ido a abrirle?

-No encuentro mis llaves Myrtle ¿no las has visto? –Respondio saliendo de su cuarto- ya las busque en la cocina y en el jardín y nada, por eso regrese aquí, pero tampoco están.

-No las he visto.

-Bueno niña, dile al panadero que deje el pan por la entrada principal.

-Bien.

Cuando salió para dirigirse a la cocina, vio a lo lejos la casa de Draco sintiendo el impulso de ir a ver como estaba y llevarle algo para el dolor, pero decidió que lo mejor era dejarlo dormir un poco más, entonces vio entrar al rey corriendo dirigiéndose a su casa, entonces también corrió pensando que de nuevo iba a castigarlo y estaba dispuesta a defender al muchacho a pesar de todo.

Harry entro a la habitación de Draco encontrando la cama vacía, así que entro al baño sin encontrar a nadie ahí; se dio la vuelta encontrando a Minerva en la entrada de la alcoba.

-Minerva ¿Dónde está?

Minerva vio la cama tendida y al rey saliendo del baño, por lo que comprendió la pregunta al instante.

-No lo sé... puede que con alguna de las chicas.

Harry salió con paso apresurado a la casa de Luna seguido por Minerva, pero cuando entro y vio que él no estaba, hizo lo mismo con la de Luna, incluso con la de Bella.

-No puede ser... -musito saliendo al centro del jardín mientras las mujeres también salían preocupadas al ver el jaleo que se estaba armando- no está, no puede ser...

Entonces echó a correr saliendo de ahí y las mujeres no supieron más.

-¡Minerva! ¿Qué pasa? –pregunto Pansy.

-Draco, Draco no está... creo que esta vez sí escapo –respondio con una mano en la boca y otra en el pecho- Dios mío, Draco se fue.

Harry movilizo a todo el palacio poniéndolo de cabeza, hizo salir varias tropas para buscar en toda la ciudad.

-¿Ya revisaron la zona de caravanas? –dijo Ron.

-Sí capitán, solo hay dos y otra más salió a las cinco de la mañana y ya envié hombres para alcanzarla y revisarla.

Ron miraba como sus hombres hacían lo que podían, pero ignoraba que ventaja llevaba el concubino y muy a su pesar también sabía que no buscaban a una mujer indefensa como se le consideraba al doncel, sino a un experimentado caballero del desierto que podía sobrevivir perfectamente en las arenas abrazadoras, fuese cual fuese el camino que hubiera tomado; también miraba a su amigo, ir y venir con gesto desesperado, gritando y maldiciendo a sus soldados sin justificación, pero podía comprenderlo, podía ver la aflicción y arrepentimiento en la cara del rey por haber castigado tan severamente a su concubino sin hacer ningún tipo de investigación... y él también se sentía culpable aunque no lo dijera ni externara, pues él también lo había azuzado a castigarlo sin preguntarle siquiera la procedencia de esa medicina.

El Fénix del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora