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Después de cuatro meses de la partida del grupo, finalmente regresaron a la ciudad de Griffindor en donde directamente fueron a las caballerizas, como si de un retorno normal se tratase.
Harry salió a su encuentro en cuanto fue avisado de que habían llegado, corrió a las caballerizas en donde los vio descargando sus cosas; estaba ansioso, pero su ansiedad se transformo en angustia al ver solo a cinco hombres de los seis que habían partido.
-Harry... -dijo Ron sin siquiera saludarlo, viendo su expresión al ver que no habían regresado todos.
-Cédric... -dijo buscándolo con la mirada- ¿Dónde está?
Los soldados se vieron entre si y después Ron tomo la palabra de nuevo.
-Cuándo fuimos al palacio a cumplir nuestra misión, un par de soldados nos descubrieron... Cédric se encargo de ellos antes de que lograran dar aviso, pero fue herido de muerte; nos deshicimos de los cuerpos y logramos traer el de Cédric de regreso... -dijo señalando con la cabeza una pequeña urna que Severus llevaba en las manos- lo cremamos en la primera ciudad que encontramos.
Harry trago el nudo que se le había formado en la garganta y el rostro risueño del soldado inundo su mente; pero no era momento de llorar por ese amigo tan especial y mucho menos frente a todos, así que haciendo a un lado el dolor que sentía, los condujo a todos a su oficina para recibir el informe completo.
-El rey Riddle tuvo una aparente muerte natural y sus ministros recibieron el mensaje de que no deben alzarse en nuestra contra y al parecer no hay nadie que siga con sus planes de guerra... por el momento.
-Por el momento –repitió Harry- chicos, Severus... -dijo a los hombres- evitaron la guerra, no puedo más que decir gracias.
-Es nuestro deber –respondio Neville- dediquemos esta victoria a Cédric, pues si no hubiera sido por él, el rey Riddle seguiría vivo y con planes de gobernar Hogwarts de una forma o de otra.
Después de arreglar un funeral con honores, Harry los condujo a su despacho y sirvió copas dándole una a cada uno.
-Por Cédric.
-Por Cédric –repitieron todos alzando sus copas.
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Habían pasado varios meses y Draco se había unido a una carava y estaban en una feria en el distrito de Ravenclaw.
-Qué lindo bebé –dijo mientras le cambiaba el pañal a Scorpius y le hacía muecas mientras el pequeño reía jugueteando con su biberón- listo, ahora quédate quieto mientras papá atiende el negocio.
-¿Cuánto me das por esta daga? –dijo un hombre.
Draco estiro la mano para recibirla sin dejar de hacerle muecas a Scorpius para hacerlo reír, entonces desvió la vista para mirar el articulo a comprar; era una daga con un caballo tallado en el mango, con ojos de rubíes, solo que le faltaba uno... una "daga tuerta".