Capitulo 14

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 -Bueno, pues resulta que el rey sabe que el príncipe no visita tu lecho, así que lo que hará será tomar el lugar de nuestro esposo y tomarte en su lugar.

-¡No puede hacer eso!

-Claro que puede, la ley lo permite... solo que es una ley muy vieja y olvidada, porque por lo general los esposos no están muy felices de que su padre tenga sexo con sus esposas.

-¡Eso es asqueroso! –dijo levantándose y dejando la taza en la mesa- ¡no lo permitiré!

-Cálmate, al parecer solo lo hablo con la reina, aun no se lo ha dicho al príncipe... pero el príncipe nunca le dice que no a su padre... pero no te preocupes –añadió levantándose y poniéndole una mano en el hombro- Harry salió de viaje y no regresa hasta pasado mañana, así que en estos días no pasará.

Draco no respondio, solo se quedó callado en lo que bella iba a su cuarto y regresaba con una bolsa.

-Pero si no quieres que acuse a Millicent, deshazte tú de estás porquerías, yo no quiero tener nada que ver con ellas y promete que no le dirás a nadie que estuvieron aquí.

-Yo... de acuerdo –respondio como ido.

Cuándo salió de ahí, se fue sus habitaciones y ya no pudo relajarse en lo que restó del día.

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Esa noche no pudo dormir, solo caminaba de un lado a otro sintiéndose más atrapado que nunca.

-Jamás... jamás permitiré que ese hombre se me acerque siquiera... -pensó al borde de la desesperación.

Entonces miró la bolsa que bella le había dado y sin pensarlo más sacó el contenido.

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-Bien Greyback, espero que cumplas con lo que te toca –pensó bella caminando nerviosa mientras daba vistazos a través de la cortina con las luces de su estancia apagadas.

Pasada la media noche, vio movimiento en la casa de Draco y su corazón latió sobresaltado al verlo apagar las luces de afuera quedando todo oscuro, pero no tanto como para no ver salir a un caballero del desierto, con turbante y velo puestos, listo para salir.

-¡Sí! –Pensó triunfante- Greyback, por favor, no me falles ahora.

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Draco salió vestido como un soldado, llevaba el rostro cubierto y sus pies, ahora con botas de cuero, intentaban ir lo mas silenciosas posible; recorrió el largo pasillo que llevaba hasta la salida, en donde vio la entrada al área de concubinas con trasparentes cortinas de encaje.

Se acercó para ubicar al guardia e inmovilizarlo, pero para su sorpresa lo encontró sentado en el suelo, dormido.

-¿Será posible? –pensó feliz de su buena suerte.

Viendo que no hubiera nadie, le quitó la espada y continuó su camino.

Pero tras una pared, un hombre... más bien un capitán, vio sonriendo como un soldado salido del área de concubinas había desaparecido tras quitarle la espada al hombre que yacía en el piso; hombre que él había sedado para que cayera dormido con una simple cerveza.

El Fénix del ReyWhere stories live. Discover now