Capítulo 34.

847 112 24
                                    

Mi padre nos miró amenazante, se dio la vuelta, y comenzó a caminar al castillo. Lo observé alejarse un momento, hasta asegurarme de que estaba a una distancia prudente para que no nos escuchara, y giré a ver a John, esperando encontrarme con su sonrisa victoriosa o un comentario acerca de nuestro asunto pendiente, pero en cambio, John parecía herido.

    —¿Estás bien?– pregunté, John rápidamente desvió la mirada y también se encaminó al castillo —¡John!– grité, bastante confundido, pero parecía que el castaño no quería hablar conmigo. Corrí tras él —Johnny– dije, sujetando su brazo —¿Qué tienes?– John se zafó de mi agarre y me miró —¿Como te atreves a preguntar que tengo? ¡Deberías de saberlo!–

   Me quedé consternado con su respuesta ¿Es que otra vez se está volviendo loco? —No sé de que me estás hablando, John– contesté, haciendo que este rodara los ojos —¡Hablo acerca de tu comentario de "Nunca abandonaría mi corona por algo como el amor"!– explotó John —Oye, no lo decía enserio– me apresuré a decir, sabía que quizá me había pasado con mi comentario, pero no mentía al decir que era falso... En buena parte. 

    —¿Ah, no? Contéstame algo, si yo te pidiera en este momento que te fugaras conmigo para vivir en el bosque ¿Lo harías?– planteé la situación en mi mente un momento, John y yo huyendo de todos, de mi padre, fugándonos a cualquier parte del mundo donde nadie supiera quienes éramos, sonaba fantástico, una vida llena de aventuras, pero sabía que eso no era para mi. Mi lugar estaba en el castillo, dirigiendo a todo mi pueblo, siendo el rey más alabado del siglo, no quería que la historia me tomara como "El segundo hijo traidor del rey James II". Bajé la mirada, completamente indefenso —¡Si solo querías que te partiera el culo debiste decirlo! ¡Eres un maldito egoísta, un niño malcriado que cree que puede tener todo lo que deseé!–

   —¡John! Yo de verdad...– balbuceé —¡No, Paul! ¡No quiero que me digas que lo sientes!– bramó el chico, completamente furioso. Yo no quería decirle que lo sentía, yo quería explicarle todo, decirle que no estaba jugando con sus sentimientos, pero antes de que pudiera hablar o tan siquiera mover un músculo, John se dio la vuelta y caminó hacia los establos —¡John! Espera, yo no quería que... –

   —¡No quiero hablar contigo, Paul! Si quieres que alguien te coja ordenárselo a uno de tus sirvientes ¡Yo me largo!– John subió a uno de los caballos de los guardias que habían ido a buscarnos, y rápidamente salió galopando, sin siquiera dejarme explicarle que era lo que intentaba decirle.

   Esperé en los jardines del castillo varias horas, con la esperanza de que John regresara; solo hasta que amaneció me di cuenta de que John no volvería tan rápido, y yo estaba demasiado cansado como para ir a buscarlo, además de que sabía que él necesitaba un tiempo a solas, así que decidí subir a dormir un poco, y con suerte, John ya estaría en el castillo, dispuesto a escucharme.


    Desperté poco antes de la comida, a pesar de que no había comido nada en varias horas, lo único que quería era saber si John habría vuelto, así que comencé a buscarlo por todo el castillo, topandome con algunos guardias y sirvientas, que cuchicheaban a mis espaldas (Seguramente acerca de mi escenita con mi padre en la mañana) pero no le tomé importancia, recorrí buena parte de todo el castillo, preguntando por Johnny, pero nadie sabía nada de él.

   Finalmente cuando me rendí y decidí ir a mi habitación a seguir esperando, me encontré con Cynthia —¡Buenas tardes, Paul!– me saludó alegremente —Hola, Cyn ¿No sabes nada de John?– pregunté esperanzado —Todo lo que he sabido es que tu padre te dio una paliza por haberte intentado fugar con él, pero solo son chismes– la chica se encogió de hombros —Bueno, luego te contaré la historia completa, por ahora solo quiero encontrar a John, creo que metí la pata ¿No tienes idea de donde podría estar?–

   —Bueno... No creo que esté con su tía, sería muy obvio que irías ahí a buscarlo, lo único que se me ocurre es su lugar secreto, siempre iba ahí cuando era niño– dijo pensativa, Cynthia parecía conocer muy bien a John, y solo hasta entonces no me había dado cuenta de que quizá eran amigos desde hace mucho —¿Y donde está ese lugar?– pregunté esperanzado. Cynthia pareció dudar un poco, pero finalmente dijo —Es la cascada del alma eterna, está muy cerca de aquí, solo son tres millas hacia el oeste– Sonreí ampliamente y le di un corto beso en la mejilla a la chica —¡Muchas gracias, Cyn! ¡Prometo subir tus ganancias una libra!– y salí corriendo.

With a little luck. [McLennon]Where stories live. Discover now