13. Esplendor.

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Halley no podía dormir. Eran ya las dos de la mañana, había enfermeras yendo y viniendo, otras se despedían y se decían hasta mañana. Pensó si todas o todos los enfermeros, tienen familias que los esperan en casa, o solo hijos, ansiosos por verlos.

Se levantó de su cama y empezó a dirigirse al baño, trato de no hacer ruido al ponerse sus botas. El pijama de esa noche estaba compuesto por una remera verde pegada al cuerpo con un pantalón de algodón negro. Cuando se vio en el espejo, vio que sus ojos estaban de color rojo, tal vez no tendría que habérselos refregado tanto. Se mojó la cara. No podía dejar de pensar en Jeremy, y las últimas palabras que le había dicho su padre, la dejaron desconcertada. ¿Tendría que hablar con él?, ¿Tendría que dejarlo solo? Las preguntas le bombardeaban la cabeza, quería hablar con Jeremy, pero al mismo tiempo no quería. Se había enojado cuando se enteró sobre su enfermedad, pero eso no la enojaba. La calmaba. Porque pensándolo, él se preocupaba por ella.

Salió del baño y miró hacia la puerta de la habitación. No había enfermeras a la vista, tenía que hacerlo, podía.

Sigilosamente fue caminando hacia el ascensor; solo era un piso. Sería rápido. Cuando salió del ascensor solo vio a una enfermera que estaba en una habitación. El cuarto de Jeremy estaba casi al lado del ascensor, así que solo tuvo que moverse unos pasos más. Cuando entró vio a un Jeremy muy sereno sobre la cama. Toda su cara estaba relajada al igual que su cuerpo, con los ojos cerrados aún era más lindo. Halley pensó que siempre que estaba con ella, o con cualquiera, lo veía tenso, como si tuviera que estar alerta siempre.

Se movió hacia su cama, y empezó a moverlo con cuidado. Sabía que lo que estaba haciendo podía traerle problemas, pero necesitaba verlo, así como él necesitó que Halley despertara.

-Jeremy, despierta... Jer...- Siguió moviéndolo despacio y después un poco más bruco. Hasta que de repente Jeremy abrió los ojos y se levantó exaltado, de un movimiento rápido agarró a Halley por las muñecas y la puso debajo de él, poniendo toda su fuerza.

-¿Qu- Halley?- La chica estaba con los ojos abiertos, y la respiración entrecortada.

-Si... ¿Dónde aprendiste a hacer eso?- Jeremy soltó el aire que estaba conteniendo.

-Casi me matas del susto. ¿Qué haces aquí?

-Vine a hablar, no a matarte.- Jeremy se quitó de encima suyo y se levantó de la cama.

-¿Y no podías esperar hasta mañana?

-Pues, no, no podía. Porque te fuiste sin decir nada, y hasta ahora me parece que estás distante y enojado. Además no podía dormir.

Jeremy se dio vuelta mientras se desordenaba más el pelo. Cuando la miró sintió un dolor profundo en el pecho, ¿Quería hacerle daño a ella? Diablos no.

-Si... lo siento. – Se sentó junto a ella.- Estaba enojado, bueno, lo sigo. El sótano tal vez parezca limpio, pero ir y venir por todo el hospital tal vez no te haya hecho bien. Tal vez, tuve algo de culpa por lo que te pasó. Yo iba corriendo a veces por los pasillos, o te hacía subir escaleras... Estaba enojado de que no me hayas dicho algo tan serio como esto.

Halley lo miró con ojos tristes; se puso un mechón de cabello negro detrás de su oreja, y con sus delicados dedos tocó la cara de Jeremy. Ante el imprevisto tacto, se sobresaltó. Pero no hizo ningún ademán de querer alejarse de esa sensación.

-Nada de lo que me pasó es tu culpa... No quería decirlo, pero no me estuve tragando los medicamentos, me ponían de malas, y la verdad es que nunca creí que me vayan a mejorar. Hasta ahora. Lo siento.

Mi RazónWhere stories live. Discover now