17. No soy tú.

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La mañana del miércoles fue exageradamente fría. Se podría decir que era uno de los inviernos más crudos que se vio en Manhattan, pero a pesar de todo eso, el hospital seguía marchando como tren. Desde temprano accidentes de todo tipo habían ocurrido, y la nieve que se aproximaba no ayudaba en nada. Las rutas estaban cubiertas, la gente no iba a trabajar porque no quería o no podía, los chicos se quedaban en casa, y los que si salían, se enfrentaban a un día friolento y tormentoso. Eso es lo que le gustaba más a Jeremy, los días que eran así, permitían que él pudiera ser libre por unos minutos. Esto se debía a que el hospital estaba tan atareado que solo se preocupaban por su comida, y a veces venía algún doctor a chequear. Claro que él era un paciente de poco riesgo, si no fuera así, ahora mismo estaría en otro lado.

Bajó del ascensor silbando y miró a todos lados. Las enfermeras iban y venían frotando sus manos, acomodando sus estetoscopios, y practicando una sonrisa para el próximo paciente. Tal vez tardaban más porque tenían análisis que no habían salido bien, y las sonrisas no eran como algunas personas quieren que sean. Había algo en todo esto que Jeremy admiraba mucho, el valor. Él había tenía valor, demasiado, algunos, como su hermano, lo llaman cobardía. Pero él sabía que no era eso, tal vez un poco de ambos, pero hacer lo que hizo requería mucho valor. O eso pensaba él.

Cuando vio a Halley hablando con Liberty, todas esas ideas se le esfumaron de la cabeza. Era algo que últimamente le pasaba más, ver a Halley y que su mente se quede en blanco. Sacudió su cabeza e imitó a las enfermeras sacando su mejor sonrisa. Tenía que poner una pared de amistad con ella, había decidido salir de este lugar y dejar todo atrás, incluso a Halley.

-Oh, hablando del diablo.

Liberty revoleó los ojos y se movió hacia la puerta. Pero Jeremy le obstaculizó el paso.

-Hola a ti, y hola a la pata de palo.

-Eres un idiota.

-Me lo han dicho antes, cariño.

Jeremy sonrió más, y Liberty sacó le mostró su dedo medio.

-Esfúmate chico rico, y déjame pasar para que te deje con tu amada.

-¡Liberty!-Halley se volteó y cruzó sus brazos sobre su pecho.

-¡Halley!- Respondió la otra con una risita-Me tengo que ir a hablar con Patrick, como verán, lo mío no está mejorando. Esta pierna me está matando del dolor.

-¿Quieres que te acompañe?

Halley se acercó rápidamente y esquivó la mirada fulminante de Jeremy le daba con mucho gusto. –No corazón, quédate. Ya sabes que tienes que hacer...

Puse en marcha su silla de ruedas y salió por la puerta tratando de pisar a Jeremy, pero este se percató y sacó el pie antes de que sucediera.

-Tu compañera es una dulzura.

Halley sonrió apenas y se sentó en la cama de Liberty frotándose las manos. Está nerviosa, pensó Jeremy, pero ¿por qué?

-¿Qué quieres?-Halley mordió su lengua, sabiendo que había sonado demasiado ruda, cosa que no quería.

-Auch, ¿estás con medicamentos nuevos?

-No... lo siento, estoy... cansada.

Jeremy se fue acercando sigilosamente, y trató de descubrir lo que en verdad era. Porque en un hospital dormir está sobrevalorado, lo puedes hacer cuando se te plazca, y es algo que a muchos pacientes les gusta hacer. Incluso para él, dormir era una diversión, hasta que llegó Halley claro.

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