25. Me voy. Pero te quiero.

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A la mañana siguiente a la muerte de Trent, fue demasiado fría, demasiado agotadora. Parecía que todos padecían el sufrimiento. Hasta aquellos que no lo conocieron. Las enfermeras miraban los papeles pero ni siquiera los leían. Los doctores pasaban unos al lado de otros, frunciendo el ceño y apretando sus labios. Todos estaban en un trance, era como si se movieran en cámara lenta. Todos, excepto uno.

Jeremy se levantó de la cama tarareando una canción que solo él parecía conocer. Se puso unos pantalones grises con su camiseta blanca. Agarró un par de libros que Halley le había recomendado, se puso sus auriculares y salió de la habitación.

Vio a Linda tecleando en la computadora, y se acercó sacándose un auricular pero marcando la canción con su pie.

-Buenos días.

Sonrió exageradamente, tirando su pelo hacia atrás. Linda lo miró, dejando de teclear. Lo miró como si estuviera enfermo o como si no supiera quien es.

-Eh... Bue-Bueno días Jer.

Linda miró como Jeremy agitaba su cabeza y miraba los títulos de los libros que tenía en sus manos. Ayer se había quedado todo el día hasta la noche en la cama de Trent, y lo pudieron sacar cuando lo sedaron. Las cosas no habían salido como hubiesen querido, pero Jeremy no se quería mover y parecía que se había quedado petrificado en la cama. Era como una estatua de cera. Pero aun así mantuvo su pequeña sonrisa, toda la noche.

-Halley me dio estos libros, y los devoré en unos días, pero no le dije eso. Ella piensa que porque soy terriblemente sexy no leo. No entiendo porque nos tienen así-hizo una mueca-Se lo voy a llevar ahora, hace dos meses que me los prestó. ¿Crees que el Dr.Sabelodo, pueda esperarme unos cinco minutos?

Linda lo miró unos segundos más y cuando Jeremy movió sus ojos esperando respuesta, reaccionó.

-Él... él pensó que no querrías verlo. Por...

-Tonterías. Quiero verlo. Tengo que darle una noticia. De las buenas.

Con esto Jeremy le guiñó un ojo y se fue moviendo la cabeza y meneando las caderas al ritmo de la música.

Cuando Halley vio venir a Jeremy se sacó sus lentes de leer y bajó el libro. Era la única cosa que la podía mantener con sus pensamientos alejados de lo que ayer había pasado.

Les informaron sobre la muerte de Trent pasadas las doce de la noche, no sabían exactamente a qué hora su corazón dejó de funcionar, no hacía falta detalles.

Halley miró a Jeremy y luego miró la cama vacía de Liberty, no había pasado la noche ahí, y eso hizo sentir a Halley más sola. Jeremy no podía quedarse en su habitación, y ella no podía ir a la de él. Su padre la llamó diciendo que la iba a visitar esa tarde, pero aun así dormir sola y estar sola casi toda la mañana no fue bueno.

Jeremy entró a la habitación sonriendo y moviendo la cabeza al ritmo de la música. Se sacó un auricular y le tendió un papel a Halley. Esta lo miró extrañada y lo tomó.

-¿Qué es?

No era la típica reacción que tenía sobre él y mucho menos el saludo que siempre se daban. Pero la extraña manera de ser de Jeremy borró un poco todo lo que su cabeza estaba lidiando.

-Tienes que leerlo, para saberlo panquecito.

Halley revoleó los ojos, se paró y abrió el papel que parecía una carta.

-Y léelo en voz alta.

Halley lo miró unos segundos antes de empezar a leer.

-"Querido hijo-Halley miró a Jeremy, pero este solo le indicó que siga-espero que tu estancia en el hospital haya sido confortante. Oliver me avisó de su visita y de tu ataque de ira, pronto cumplirás diecinueve años, y ya no serás problema nuestro...-Halley abrió sus ojos y su cuerpo calló de nuevo al asiento-podrás visitarnos, y un auto, cuando quieras irte, te estará esperando. Solo tienes que marcar el número que te escribiré al final de la carta. No lamento haberte dejado ahí, no has mejorado según Oliver, y creo que te tendrías que quedar el mayor tiempo posible. Saludos, Adrian.".

Mi RazónWhere stories live. Discover now