♚Reyes y Peones♔ #RP1

♚16♔

El resto del día me lo paso metida en mi habitación de la residencia, preparándome para el primer día de clases. Revisando donde están las diferentes aulas, comprobando que dispongo de todo el material... Y sobre todo evitando pensar en cualquier chico.

Cuando despierto al día siguiente descubro que me quedé dormida sobre el escritorio, dibujando, y tengo un lápiz pegado a la mejilla.

Son las seis de la mañana y el horario comienza a las ocho.

Me levanto y veo que Alice sigue dormida en su cama, decido no despertarla suponiendo que tendrá su propio horario y ando de puntillas mientras cojo mi bolsa de aseo y me dirijo a las duchas.

Hoy están llenas de chicas que hablan "sobre las ojeras que les van a salir" ", que si les ha tocado el profesor Quinzel otra vez" o de la próxima fiesta de la fraternidad Delta.

Abro la cortina de la ducha más alejada y me meto. Se siente tan bien el agua caliente recorriendo mi espalda que pierdo la noción del tiempo.

Al cabo de un rato me envuelvo en una toalla, y cuando voy a vestirme, descubro que no he cogido ropa limpia. Me doy una palmada en la frente y rezo para que no haya nadie aún por los pasillos.

Pero mi deseo no se cumple. Encuanto piso el pasillo choco contra alguien y mi toalla cae al suelo dejándome totalmente expuesta.

-¡Ah! -chillo y me agacho para recoger la toalla y volver a taparme.

-Vaya...-el chico se pasa la mano por el pelo azul, que parece todavía más oscuro así: mojado. Me sonríe de lado -Si te pones así por un encuentro no quiero saber lo que haces en las primeras citas -bromea pero en ningún momento a apartado la vista de mi cara.

-Cállate Gabe -digo roja por la vergüenza -, ayúdame a ir a mi cuarto.

Se acerca a mí y nuestras caras quedan a centímetros pero entonces sonríe y se pone frente a mí. Gabe abre sus brazos y me oculta tras su espalda, protegiéndome de la visión de los demás?

-¿Qué habitación es? -todo el mundo nos mira mientras avanzamos por el pasillo y yo suspiro rendida.

-La 143.

Llegamos a mi puerta y me baja los brazos.

-La próxima vez te aconsejo que lleves ropa a las duchas -dice y hago una mueca. Paso a mi habitación pero antes de cerrar su pie me lo impide -¿No me invitas a entrar?

-Es que...

-¡Si pasa! -grita Alice y oigo como da palmas -¿Alex cuando vas a dejar de traer chicos tan guapos a la habitación?

Me estremezco porque sé que se refiere a Trevor. Abro la puerta del todo y Gabe pasa.

-Vaya está todo tan...¿Limpio? -Alice ríe como una loca y yo me limito a sacar ropa limpia del armario.

-Gabe ¿te importaría...? -hago un gesto con los dedos indicando que se gire -Me tengo que vestir.

Él se gira y comienza a hablar con Alice. No presto demasiada atención a su conversación porque estoy ocupada intentando vestirme a toda prisa.

Termino de ponerme unos vaqueros y una camiseta con el logo de la UBA.

-Ya está -digo y ambos me miran -Vamos a desayunar, no quiero llegar tarde el primer día -informo y antes de cerrar la puerta leo en los labios de Alice "luego me cuentas".

Mientras hacemos cola en la cafetería hablamos sobre nuestros horarios. Resulta que Gabe no estudia en la UBA, pero viene de vez en cuando para aprovecharse de su cafetería y sus duchas.

-Piensan que soy un estudiante más y nadie hace preguntas -dice muy orgulloso.

Nos sentamos en una mesa y apoyo la bandeja con el café, una magdalena y una manzana.

-¿Has vuelto a hablar con Trevor? -me pregunta Gabe y yo asiento.

-Si pero no fue bien. Siento que con él las cosas siempre son complicadas.

-Alguien con una vida complicada no puede dar paz Alex -dice y siento que habla de sí mismo -. Aunque comprendo que no quieras formar parte de eso.

-¿Podemos hablar de otra cosa? -sonrío levemente -. No quiero darle más importancia a esto.

Gabe sonríe también y el aro de su labio brilla.

-¿Estás nerviosa por tu primer día? -pregunta.

Nos pasamos el rato charlando, aunque cuando estoy de camino a mi primera clase me doy cuenta de que solo he hablado yo. Es como si Gabe tuviera la capacidad de desviar las preguntas personales sin que te des cuenta.

El primer día de clases está siendo realmente duro y para cuando llega la última hora siento que la cabeza me va a explotar.

El profesor entra en el aula de dibujo y todos nos sentamos frente a nuestros caballetes.

-Buenos días clase, soy el profesor Quinzel -deja un maletín sobre la mesa y nos sonríe ampliamente -. No quiero aburriros con una charla sobre los míticos pintores de la historia -me sorprendo ante la sinceridad de sus palabras y el quebrantamiento del temario -, hoy vengo a pediros que pintéis lo primero que se os venga a la cabeza, que dejéis fluir vuestra imaginación y me demostréis de lo que sois capaces. Pienso que vuestros dibujos pueden hablar más de vosotros que vosotros mismos.

Me concentro en el lienzo sin saber muy bien qué hacer, mis anteriores profesores siempre nos pedían temas en concreto como una manzana o el retrato de alguien, nunca he expresado mis sentimientos en un lienzo y a decir verdad ahora mismo son bastante confusos.

-¿Qué ocurre señorita...? -dice el profesor a mis espaldas.

-Alexia Brooks.

-Alex entonces ¿No? -asiento algo avergonzada ante su comportamiento, actúa como si me conociera desde siempre -Quiero que pintes lo primero que se te ocurra.

-Ese es el problema, no puedo pensar en nada...

-No pienses -lleva el dedo índice a mi pecho -, solo tienes que sentirlo, no me importa si queda bonito o no, si sale de lo más profundo de ti entonces será perfecto.

Me fijo en los demás alumnos, algunos tiran pintura al azar, otros dejan el pincel a su libre albedrío llenando el lienzo de garabatos inconexos.

Cierro los ojos y comienzo a mover el lápiz, dejándome llevar pero también sintiendo la dirección de cada trazo. Mi mano se mueve en direcciones que no controlo y cuando finalmente abro los ojos y veo que he bocetado a un niño.

Continúo trazando líneas, sombreando y rellenando espacios en blanco.

Tiene los ojos grises cargados de pena y el pelo rizado le cae sobre la frente. Sostiene una pieza de ajedrez rota entre las manos, es la reina.

El niño está triste porque ha perdido a su reina.