Sonríe Para Mí 『Jeff The Killer』

Conociendo al emigo

—Él se llama Jeff —Le dije su nombre.

—Bueno, pero ¿De qué lo conoces? —Preguntó.

Ahí no le podía decir la verdad.

—Es... Un amigo de la infancia que se mudó hace tiempo al pueblo de al lado pero ha vuelto aquí hace poco —Mentí.

—¿Vas a quedar hoy con el también?

—Eh... Sí, pero él sólo me da clases de baloncesto... No sé por qué te pones celoso.

Luke esquivó mi mirada.

—Yo no estoy celoso.

—Pues a mí me parece que sí —Dije y Sonreí.

Él se sonrojó.

—Pues te equivocas.. Estás muy equivocada, esa es la equivocación más grande que hayas tenido en tu...

—¡Vale de acuerdo! Me he equivocado —Le interrumpí —Entonces... ¿Estoy perdonada?

—En verdad te iba a perdonar de todos modos —Rió.

Yo le pegué en la cabeza.

—¡Ay! ¿A qué venía eso? —Dijo sobándose el sitio dolorido.

—Por hacerme creer que te iba a perder.

Él me abrazó.

—Eso nunca.

...

Estábamos terminando de jugar al baloncesto, ninguno de mis compañeros me pasaban la pelota como era de costumbre y yo lo agradecí mentalmente pues sabía que aún no estaba preparada.

El recreo terminó y yo estaba a punto de irme a una de las pocas clases que compartía con Emily pero escuché que me llamaban.

Busqué de donde provenía esa voz pero no lo encontré hasta que se me ocurrió mirar por fuera del instituto.

Era Jeff pero de la misma forma que estaba cuando entrenamos ayer.

Me acerqué a él.

—¿Qué quieres? —Pregunté.

—¿Por qué no has agarrado la pelota? —Quiso saber.

—Aún no estoy preparada, Jeff...

—Pero ¿Te das cuenta que en la competición tampoco te la van a pasar si sigues así? Al menos inténtalo —Me aconsejó.

—No quiero que se rían de mí de nuevo —Dije cabizbaja.

—Si quieres puedo hacerles cambiar de opinión hacia ti —Dijo con una mirada sombría.

—¿A qué te refieres? Jeff, no hagas nada malo, quiero que ellos sean amigables conmigo no que me tengan miedo...

—Bueno, en ese caso no puedo hacer nada... —Dijo Jeff mirando hacia el cielo.

—¡Oye, chica! ¿Qué haces ahí? Debes de estar ya en clases.

¡Mierda! El conserje...

—¡Adios Jeff! —Me despedí de él con prisa.

—¡Hoy a la misma hora que ayer en el mismo sitio! —Gritó mientras yo salía corriendo para mis próximas clases, ojalá me dejen entrar.

...

Ya estaba en mi casa, dejé la mochila en mi cuarto y me fui abajo a almorzar.

Cuando terminé de comer maté el tiempo en mi cuarto haciendo un puzle de dos mil piezas que compré el mes pasado hasta que la alarma de mi móvil sonó indicando que ya eran las seis menos cinco, agarré la pelota y me fui.