Capítulo XL

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Al sentarnos a la mesa, manifesté a D... que deseaba continuar el viaje la misma tarde si era posible, suplicándole venciese los inconvenientes.

Él pareció consultar a Lorenzo, quien respondió que las bestias estaban en el pueblo y que la noche era de luna. Le dí orden para que sin demora preparase nuestra marcha.

Poco después me presentó Lorenzo los arreos de montar, arreglamos lo necesario y en buenas mulas emprendimos el viaje.

Habíamos vencido más de la mitad de la subida de la Puerta cuando se ocultaba ya el sol. Por primera vez desde que salí de Londres me sentía capaz de acortar la distancia que me separaba de María. Lorenzo trató de hacerme moderar algo el paso. So- lamente la luna nos mostraba el camino. Descansamos unos momentos en el Hormiguero, para que Lorenzo refrescara a las mulas y emprendimos nuevamente el camino.

Toda la noche marchamos. A las diez llegamos a las Hojas. Allí nos encontramos con Justo, el arriero de Lorenzo. Tomamos chocolate caliente, descansamos las mulas y seguimos la marcha.

María (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora