Epílogo.

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Dos años después.

Percibiendo el frío del piso de cerámica de la cocina Lauren se mantuvo caminando de un lado a otro intentando calmar el llanto del bebé de 6 meses que tenía entre sus brazos.

- Calma mi vida... Calma. – Susurró la ojiverde.

Pasándole una mano por el cabello a su hijo la cirujana volvió a perderse en el color esmeralda de los ojos redondos del bebé.

- Dylan, por favor, venga, yo sé que quieres comer, mamá Camila ya viene... - Dijo calmadamente.

Sin embargo el bebé volvió a sollozar entre los brazos de su madre. La cirujana se mantuvo observando los pequeños elefantes dibujados en el pijama del bebé para no dejar al nerviosismo tomarle desprevenida.

- Ya mi niño, calma...

Abrazando con cuidado a su hijo Lauren se giró hasta la puerta de la cocina donde Sam junto a Mimi observaban en silencio la escena con las orejas gachas asustados por el llanto del pequeño.

- Buenos días. – Saludó divertida la cirujana.

Sam se removió hasta quedarse a los pies de Lauren quien giró a Dylan en sus brazos para que el perro pudiera observar al bebé que en aquel momento se quedó en silencio mirando al Golden retriever. Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro de la cirujana al apreciar la hermosa conexión que parecía tener el perro con el pequeño.

- ¡Amor! – Sonó la voz de Camila bajando por la escalera.

Aún con Dylan en brazos la cirujana se encaminó saliendo de la cocina para encontrar a su esposa con Derek en sus brazos. El pequeño de 6 meses sonrió divertido al encontrarse con su hermano gemelo en brazos de Lauren, llevaban el mismo pijama de elefantes.

- No sé si pueda soportar el carácter de nuestro hijo al despertar... - Rodó los ojos Lauren.

- En éso se parece mucho a ti. – Picó Camila.

Frunció el ceño recordando la frase que Camila adoraba repetir, "Tus genes, mi vientre". 

Y es que luego de que la pediatra comenzara hacerse el estudio de fertilidad Dinah y Normani le habían aconsejado a la pareja utilizar el método ROPA (Recepción de óvulos de la pareja) dándole la oportunidad a Camila de lograr un embarazo dependiendo del óptimo estado fértil de Lauren y el esperma de un donante.

Por supuesto que la noticia de que la morena estuviera esperando gemelos había dejado sin palabras a la pareja, que en aquel mismo momento rompieron en un llanto con lágrimas de felicidad y emoción.

La cirujana sonrió de lado percibiendo cómo Derek extendía sus brazitos en dirección de Dylan quien ahora miraba con los ojos llenos de lágrimas a Camila.

- Por supuesto que serán idénticos a mi, pero les enseñaremos hablar español desde pequeños y serán los mejores bailando salsa, igual que tú. – Sonrió la ojiverde.

Dylan giró su rostro para ocultarlo contra el pecho de su madre haciendo sonreír tiernamente a Lauren quien siguió acunando a su hijo entre sus brazos. Camila le guiñó un ojo caminando hasta la cocina mientras Derek sonreía feliz al observar cómo Mimi movía la cola enérgicamente a los pies de la pediatra en señal de saludo.

Una mañana común, cotidiana, con tantos pequeños detalles que Lauren volvió a emocionarse de notar cómo Dylan ahora estaba tranquilo contra su pecho y cómo Camila sentaba a Derek en una de las sillas de bebé de la cocina.

Aquella imagen, la de su familia, había logrado que todos los años que pasó intentando escapar de sus fantasmas ahora sólo parecieran una antigua historia... Una donde se le había hecho imposible estar con niños, en soñar con tener hijos y disfrutar de compartir sus días junto a la persona que amaba. 

Por supuesto, todo había cambiado gracias Camila y los gemelos.

...

Camila dejó escapar una carcajada al detallar cómo Derek se llevaba uno de sus pies con Converse hasta la boca en un acto de total contorsionismo mientras Dylan se mantenía tranquilo mirando a su madre quien rápidamente sacó el móvil para tomar un...

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Camila dejó escapar una carcajada al detallar cómo Derek se llevaba uno de sus pies con Converse hasta la boca en un acto de total contorsionismo mientras Dylan se mantenía tranquilo mirando a su madre quien rápidamente sacó el móvil para tomar una fotografía.

- ¡Mis hermosos bebés! – Dijo feliz.

Los pequeños se removieron contra los almohadones donde estaban jugando terminando con la tranquilidad del momento. Lauren entró al salón con un par de juguetes en las manos. Definitivamente el orden era algo que parecía poco durar en la casa luego de que los bebés nacieran.

- Cariño, ¿Qué haremos cuando comiencen a caminar? – Gruñó la cirujana.

- Somos dos y ellos dos... - Intentó calmar a su esposa.

Lauren sonrió divertida para luego tenderle el peluche de elefante que le había regalado aquella vez que la radioterapia le había dejado tan mal que Camila había terminado en urgencias.

- Y pensar que te regalé aquel peluche cuando aún ni siquiera sabíamos si el tratamiento del cáncer estaba siendo efectivo... - Susurró la más alta.

Extendió una de sus manos para acariciar las de su esposa quien cerró lentamente sus párpados para dejar en evidencia su cansancio. Y es que entre el trabajo, los gemelos, los perros y otras pequeñas cosas Lauren parecía agotada, pero Camila sabía que todo aquello se eclipsaba con la felicidad de su mujer que podía detallar cada vez que la ojiverde jugaba con los gemelos, o cuando por las noches seguía haciendo la cena para luego hacerle el amor.

- Te amo... Gracias, porque sin ti puede que nunca hubiera podido tener esto... - Dijo emocionada Camila.

- Te amo cariño. – Murmuró Lauren.

Cuando los labios de cirujana se encontraron con los suyos la morena finalmente dejó que un par de lágrimas rodaran de sus mejillas, lágrimas de emoción al sentirse tan viva, tan capaz de seguir soñando con más años de vida. Con Lauren había aprendido a no escapar, a enfrentar su propia autoestima, a dejarse cuidar y amar.

- Mi mejor medicina... - Dijo contra los labios de la ojiverde.


Fin.


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Hasta pronto.

Mi mejor medicina. (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora