Tercer latido

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Aunque me parezca un poco espontáneo e inverosímil el único hecho de ver a mi papá paleando la nieve afuera me hace querer despertar de un mal sueño. Es sábado y aprovecho para descansar un poco mi agitada semana; de miradas penetrantes por parte de Tweek y unas ligeras ojeadas por parte del niño con pompón rojo. El niño sin nombre. Ruby entra a mi pieza y se sienta conmigo en la cama a ver por la ventana como mi padre se rompe la espalda al tratar de quitar la nieve de la entrada. Nos reímos mientras desayunamos a las doce del día, dejando la cama llena de migajas y galletas. Pero las risotadas duraron poco, pues mi colorín padre me acaba de llamar para que lo fuera a ayudar y maldiciendo al viento le hago caso, sin embargo no me quito mi abrigador pijama de Red Racer, sólo me pongo un abrigo encima, guantes y mi gorro azul.

Salgo y tiemblo inmediatamente junto con un estornudo pequeño.

—Estornuda como hombre Craig —me reclama él lanzándome una pala con boca ancha color ladrillo.

No respondo y siento que la nariz me cosquillea avisándome de que viene otro estornudo, pero lo aguanto. La nieve era fácil de retirar, no sé porqué le costaba tanto, aunque... Después de unos minutos comenzó a dolerme la espalda y fue justo en ese momento cuando mi madre salió con cuatro chocolates calientes y luego se sentó en los escalones que tenía como decoración la puerta junto a Ruby. Bebía el chocolate con ganas dejando una espesa capa café sobre mi boca, la cual limpié con la lengua.

El sonido de una puerta chillona me hizo ver hacia la casa de enfrente. Un hombre de cabello castaño y un suéter color tostado salió de su residencia, también con una pala seguido de su único hijo, Tweek. No había caso de fruncir el ceño, puesto que desde mi posición él no alcanzaría a verlo, como tampoco quise levantar mi dedo por lo entumido que estaba, no quería soltar mi taza. Ellos también comenzaron a pelear contra la nieve, sólo que los movimientos de Tweek eran más simétricos y articulados. Casi como un robot. Tal vez Tweek sea un robot.

—Son los Tweak —dice mi papá apoyándose sobre el mango de la pala mientras bebía el líquido oscuro—, son buena gente. Hablé con ellos el otro día —agregó saludando al hombre y a su hijo que estaban al otro lado.

No dije nada pues no me interesaba si eran o no buena gente. Tweek no me simpatizaba. Y lo miro, él también me está mirando, esta vez sí arrugo mi frente, pero él sonríe. ¿Por qué sonríe? Inmediatamente dejo mis cejas en paz y por primera vez lo veo con mi plana expresión y cuando no pensé que podía ser peor, él cruza la calle mirando para ambos lados y se acerca corriendo a nuestro jardín.

Estoy a punto de decirle que no se me acerque, si en realidad lo hubiera hecho. En vez de dirigirse a mí fue directo hacia mi mamá sentada con mi hermana. Las mujeres más importantes de mi vida comenzaron a socializar con el enemigo, jugando a las palmas y riendo de vez en cuando. Me quedo mirándolas y mi papá continúa con el trabajo. Es la primera vez que veo a Pelos nerviosos hablar cerca de mí, pero no conmigo; aún no puedo comprender el sonido de su voz sin embargo Ruby ya puede y al verlos tan contentos jugar a las palmas, al ver a Tweek arrodillado frente a mi pelirroja hermana, al ver que bebe chocolate del vaso de mi mamá; me da la impresión de que no es la primera vez que han hablado y tampoco será la última. Y eso, me molesta.

Último latido de un corazón oxidado [South Park]Where stories live. Discover now