Cuarto latido

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Clyde me había invitado a su casa hoy, para ser más específico... A una pijamada. Me pareció ridículo, pues yo creía que las pijamadas eran solo para niñas, al parecer me equivoqué. Me dijo que íbamos a ser nosotros cuatro, más un niño inválido con aires de comediante barato. No lo conocía pero sabía quién era, pues los únicos "especiales" —que era la forma en la que mi papá los llama— eran Jimmy y Timmy.
Supongo que debía ser Jimmy, ya que si es un comediante, debe hablar, porque Timmy sólo sabe decir... Bueno, Timmy.

Mi mamá me preparó una mochila con un cepillo de dientes y obvio, mi pijama. Yo, por otro lado, guardaba a escondidas golosinas. Mi papá me llevó a la casa de Clyde y desde luego me dio el sermón de portarme bien, lo escuché y le dije que "sí" cuando correspondía y que "no" cuando era la respuesta que esperaba.

Ya había entrado otras veces a la casa de Clyde así que para mí no fue una novedad ver la consola encendida y miles de platos con comida sobre la mesa.

—Craig, Clyde está arriba con los demás. Diviértanse —me dijo su papá apenas entré.

Asentí y subí corriendo las escaleras tropezándome en el sexto escalón. Abrí la puerta de su pieza de un golpe y vi a mis tres amigos leyendo unas revistas con mujeres desnudas en la portada.

—¡Cierra, cierra! —me gritó el castaño y le obedecí al instante.

—¿Por qué ven eso? —pregunté colocando mi mochila en el suelo y sentándome en la cama con los demás.

—Es entretenido saber cómo son las mujeres. ¿No te da curiosidad saber cómo son en realidad nuestras compañeras? —hablaba Clyde emocionado.

—La verdad es que no. Después no puedo ver a mi mamá porque me la imagino desnuda.

—¡Asco! —dijeron Clyde y El Token al unísono y yo simplemente veía como Tweek se cubría el rostro temiendo ver algún seno desnudo en las hojas coloridas.

Después de eso, Donovan guardó las revistas en su último cajón y nos pusimos a ver películas. Comimos demasiado mientras hablábamos de los mediocres efectos especiales y de como la rubia iba a morir a manos el homicida. Clyde fue el primero en dormirse para después seguirle El Token. Jimmy nunca llegó. Tweek y yo seguíamos despiertos, mirando en silencio la tercera parte de la película. Pero, aunque trataba de concentrarme en la pantalla, no podía ignorar los grandes y opacos ojos que Tweek me estaba enterrando en la mejilla.

—¿Puedes dejar de mirarme? —lo amenacé cansado, pues siempre me estaba mirando como, como con miedo.

Negó. Y apreté mis labios en cólera.

—¿Por qué?

—Eres impredecible —dijo y nunca pensé que oiría su voz en toda mi vida.

Se cubrió con su saco de dormir y cerró los ojos. Nunca me había sentido tan feliz, pues al fin había escuchado su voz, delgada y con un ligero temblor en las últimas sílabas. Me sentí feliz y desdichado, pues la primera vez que me habló fue la primera vez que me dejó de mirar. Porque sus ojos se cerraron y los míos seguían abiertos.

Último latido de un corazón oxidado [South Park]Where stories live. Discover now