Latido ocho

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Caminábamos con notoria incomodidad por entre medio de los asientos encuerados pero tersos al tacto. Era de esperarse que la sala esté algo llena pues es sábado y los sábados parece que a todos se les ocurre venir al cine, como sea, trato de que esta situación no me moleste lo demasiado como para irme y dejar a Stan solo.

Nos sentamos y Stan pone con cuidado las palomitas al centro para que así ambos saquemos. La película en realidad no me interesa mucho, yo sólo quería pasar tiempo con Stan y por eso sugerí esta pésima cita... ¿Cita? Esto no es una cita, en las citas siempre van a lugares extravagantes y este cine de tercera no es algo que sea conveniente para una cita, además de que en las citas uno va bien arreglado, en cambio aquí yo estoy como siempre, Stan está como siempre sólo que esta vez logré sentirle un olor cítrico en su ropa.

Mientras en la pantalla los encapuchados saltaban muros y mataban a otros, yo sólo podía pensar en lo sucedido el día anterior y en lo mal que salió todo. De verdad que fue un fiasco, todo se salió de control y aunque no pueda verificar si para Tweek resultó ser un fiasco también, estoy seguro de que su cabeza no deja de repetir la misma lamentosa imagen. Y es mas yo...

—Va algo lento ¿no? —susurra Stan devolviéndome a la sala de cine.

—Ah sí —respondo distraído.

¿Qué carajo Craig? Se supone que estás con Stan ahora, no puedes pensar en Tweek y en que tu delgada amistad se pueda romper, claro delgada e inestable amistad, ya que nunca fuimos muy apegados el uno al otro. Desde el primer momento, desde la primera mirada que algo no encajaba entre nosotros, simplemente no podía vernos como amigos o como...

—Está cantando —Y rió despacio.

Me toqué el rostro dándome cuenta que de nuevo me estaba perdiendo este momento con Stan y es lamentable.
En toda la película no presté atención y me siento una completa alimaña por no haberlo hecho y en vez de eso me la pasé pensando en Tweek y en todo lo qué pasó.

—Estuvo buena —dijo Stan mientras salíamos del cine.

En su voz se notaba decepción, lo sabía y no lo culpo. Estuve ausente todo este rato y quería compensártelo de algún modo. Caminábamos por la calle frente al lago del cual aún no me aprendo bien el nombre y lo miré de reojo. Tenía un leve color anaranjado en su mejilla derecha gracias a la luz del sol que se ocultaba atrás de las montañas. Me sentí raro y mi cara se empezó a calentar. Mordí mi labio ante el miedo, pues no sabía lo que me pasaba y era nuevo y demasiado acogedor. Nunca me había sentido así por alguien excepto por una niña que vivía al frente de mi antigua casa. Era muy bonita y me gustaba mucho pero nunca le hablé y ella nunca supo que yo existía siquiera.

—Se ve muy bonito —comentó y yo sólo podía oír su voz.

No entendía que es esto. ¿Es normal? Me daba pavor saber la respuesta a esa pregunta y que sea no. Pues, las siluetas de las demás personas podían decir cosas y yo odio que murmuren pero, cuando estoy con Stan es como si ellas no existieran y en verdad, es como si me diera lo mismo lo que digan. Me da lo mismo si es normal o no. Me siento raro con Stan pero, con Tweek también me siento así aunque un poco más temeroso y posesivo. Con Stan todo es ternura y directas palabras lanzadas al viento. Me gustaba esta sensación, pero no sabía si era adecuada.

—Stan, tú eres bonito.

Se giró y me miró con sus ojos muy abiertos y un rubor tiñendo su rostro de forma heterogénea. Era lindo y me sentí un idiota por haberle dicho eso.

—Lo-lo siento. No quería.... yo... Se me salió, perdón —miré el suelo alterado y con vergüenza, ni siquiera sabía porqué le había dicho aquello.

De la nada siento otro calor externo en mis mejillas y eran las manos de Stan. Levantó mi rostro y sonrío ¿por qué lo hace? Acaso no sabe que me hace sentir extraño. Y otro calor se apoderó de mí, uno en mis labios y no fue nada común. Fue extraordinario. Sus finos labios tibios y dulces estaban sobre los míos. Me recordó mucho a Tweek pero este... Se sintió tan diferente; sin presiones, sin titubeos, sin miedo. Es como lo describían en las películas.

Un extraño revoltijo en la boca de mi estómago. Como pulgas de mar introduciéndose en la arena, sacando burbujas hacia la superficie. Y esas burbujas me cosquilleaban en todo mi abdomen.

Cerré los ojos imitando a los actores sintiendo lo que ellos deberían sentir. Un corazón brincando y un cosquilleo en las yemas de mis dedos. Es como si todo fuera gris y sólo nuestros pechos iluminaran el lugar con cada palpitar. El beso no sé cuándo duró pero me hubiera gustando que durase más pues esta sensación nunca la había sentido y me hizo apreciar lo mucho que me interesaba Marsh.

Sonreí sobre los labios de Stan y él también lo hizo rompiendo el beso prematuro y ansioso.

—Perdón —dijo en un hilo de voz pero sin ocultar su sonrisa traviesa.

—No. Tú perdóname a mí.

—¿Por qué? —me miró con sus azulinos ojos y de verdad que suspiré sobre ellos.

—Por no haberlo hecho antes —reí más rojo que nunca en mi vida y siendo sincero, me gustó ese beso y no sé...

En serio. Necesito hablar con alguien.

Último latido de un corazón oxidado [South Park]Where stories live. Discover now