Latido siete

821 135 37
                                    

Mala idea.

Nos estábamos saltando la última clase del día. Stan me había guiado hacia el techo de la escuela y yo no sé cómo rayos él supo que existía este camino para llegar hasta arriba, pero era genial. Se podía ver casi todo South Park. Lo siento, exagero, en realidad no se veía South Park, sólo las montañas a lo lejos y los altos árboles bordeando la silueta de la escuela y la calle. Debo admitir que estaba nervioso y algo asustado porque tenía el vago presentimiento de que el señor Garrison o la señorita Victoria o incluso el señor Mackey vendrían a retarnos y me castigarían y no quiero que eso suceda en mi primer año aquí.

Stan se sentó con las piernas cruzadas y dio tres golpecitos sobre el tejado para que yo me siente a su lado y con mucho cuidado, fui bajando lentamente por las tejas tratando de no caerme y resbalar al pisar la nieve ahí estancada. Cuando logré llegar a su lado, respiré más tranquilo mirando como el sol se veía apenas, a través de las nubes delgadas.

—Cae mucha nieve aquí ¿no? —pregunté sin despegar la vista.

—Ajá sí y el único día que no ha habido nieve fue horrible —rió mientras recordaba—. Había mucho barro.

Reí con él al imaginarme la escena. Aunque estaba un poco más calmado, la tonta idea de que Stan sienta cosquilleos cuando me mira me pone ansioso. Necesito saber más acerca de eso, necesito detalles con argumentos y saber desde cuando empezó a sentir esas cosas. Quiero tratar de imaginar si yo siento lo mismo cuando lo miro o cuando miro a otro, y aunque el temor de confirmar aquel sentimiento aún no se disipa, me gustaría sentirme igual de feliz que él y que Kyle. Suspiro y ahora me da miedo preguntar —no como hace poco—. Ahora me da pavor preguntar sobre lo que siente y que de alguna u otra manera me contagie sus emociones. Trago saliva y carraspeo un poco llamando su atención.

—Dime... —Esto es más complicado de lo que creí—. ¿Cómo... Cómo se siente?

—¿Qué cosa? —Rayos Stan, me lo haces más difícil.

—El cosquilleo. Quiero saber cómo se siente para... Verificar si yo lo siento también.

Su cara se puso roja otra vez y mordió su labio inferior, después sonrío y me miró a los ojos como si entendiera lo que quiero decir. Me tomó la mano, las entrelazó y las miró como si supiera como encajarlas bien, moldeando la mía y acariciando mi palma. Sentí calor y una extraña vibración sobre mis mejillas y pecho. ¿Esto es lo que siente él? Pero antes de que continuara, saqué unos cigarrillos que encontré en los cajones de mi papá y prácticamente le tiré unos Stan por culpa de mis nervios.

—¿Fumas? —inquirió asombrado mirando la extensión nívea.

—Nunca. Pero me gustaría saber que se siente. Mi papá dice que quita el estrés —confieso poniéndolo en mi boca y sacando fósforos que siempre llevo en mi bolsillo trasero. Intento encenderlo como lo hacen en las películas pero no logro hacerlo.

—Déjame intentar. Cuando éramos más chicos fumamos una vez y quemamos la escuela —comentó con una sonrisa mientras yo le encendía un fósforo.

—¿De verdad? —asintió con el cigarro en sus labios—. Cool.

Y como si fuera todo un profesional, el humo salió de su boca como si fuese un actor de cine y mis ojos brillaron. Se veía genial, como todo un chico popular. Me ayudó a encenderlo y cuando al fin pude hacerlo comencé a toser y a atragantarme. Carajo, sabía horrible. No entiendo cómo a la gente le gusta esto y parece que a Stan le gusta, pues ya se ha fumado dos y yo aún no me acabo el primero.

Nos quedamos en el tejado hasta tarde, el timbre ya había sonado y nosotros seguíamos arriba, con olor a tabaco y yo con miles de preguntas.

—Dame tu mano —me dijo de repente e hice lo que pidió. Lanzó el segundo cigarro ya apagado y me miró las líneas de mi palma—. Dime que sientes cuando hago esto —Comenzó a pasar sus dedos por cada línea y me dio muchas cosquillas.

Reí doblándome un poco—. Me da picazón.

—¿Picazón buena? —asentí—. Craig, cuando te miro siento esa picazón pero en todo el cuerpo —sonrió y se levantó estirándose.

—¿Ya te vas?

—Ya nos vamos —confirmó—. No quiero meternos en problemas —Me extendió la mano para ayudarme a levantarme y cuando lo hizo quedamos juntos y yo tuve miedo de caer y en mi distracción él aprovechó para plantar un beso en mi mejilla—. Y... ¿Qué sentiste cuando hi-hice eso?

—Oh... Mierda —Cosquilleo.

¡Diablos! Cuando toqué mi cara estaba tan caliente y yo no sabía porqué. Me sentía raro, pero feliz. Nervioso, pero feliz. Preocupado, pero feliz. Y aunque Stan esperaba mi respuesta no se la di, sino que se la demostré, haciendo lo mismo que él hizo. Le di un beso en su rostro también y se puso a reír.

—Eso siento —me dijo y salió corriendo—. ¡Nos vemos Craig!

—¡Espera! —le grité mientras bajaba.

—¡¿Qué?!

—¡¿Quieres ir al cine conmigo el sábado?!

Se quedó callado un momento—. ¡Sí, sí!

Y después de eso me sentí tan feliz, tan completo y tranquilo que tuve que sacar otro cigarro, aunque no me gustasen. Esta vez no me costó tanto encenderlo y mientras aspiraba el humo me tocaba la mejilla y me quedé otro raro arriba.

Cuando estaba a punto de irme, pude ver a Stan vomitando detrás de un auto y cuando estuve seguro de que no estaba, yo vomité también.

Último latido de un corazón oxidado [South Park]Where stories live. Discover now