Papá

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—¿Te acuerdas de ella Craig? —dijo mi padre emocionado mostrándome una foto de una chica en su celular, bastante linda la verdad, la conocía poco pero sí me acordaba de ella.

Asentí con una mueca.

—Sus padres van a venir este fin de semana, para que... Conversen ustedes dos —río dejando el celular en la mesa.

Sabía a qué se refería con eso y yo no deseaba conversar con ella; ya tenía idea de cuáles eran sus intenciones y miré a mi mamá con una expresión tenue pero mostrando notable preocupación, ella sólo asintió, tratando de decirme que estuviera tranquilo, pues comentarle a mi papá de mi gusto por los niños me ponía nervioso, con mucho miedo y siento que lo decepcionaría bastante.

—No creo que me caiga bien —dije jugando con el cierre de mi chaleco.

—¿Por qué no? Es muy linda y tierna —cuestionó haciendo sonar la taza de té.

—Thomas, no lo presiones —Mi mamá como siempre, salvándome en los peores momentos.

Dejamos de hablar del asunto y seguimos con nuestras cosas normales de día viernes.

Al día siguiente, me desperté con muy pocos ánimos, pues no quería ver a esa niña como tampoco quería ver a mi papá tratando de juntarme con ella. Sentía una extraña presión en mi pecho de tan solo pensar que mi padre, tanto como sus padres quieran juntarnos, sería lo peor.

Él se preocupó de vestirme adecuadamente y de bañarme en perfume caro, de esos que sólo se ocupan en una ocasión especial, y según mi papá, está era la ocasión más especial; me peinó y me dijo que debía ser educado con Amy, pues a ella le gustan los niños educados, pero a mí me valía mierda Amy.

Estaba en el sillón jugando con mi hermana cuando de repente, por la ventana veo un pequeño auto rojo opaco estacionarse afuera de mi casa; debí suponer que era ella, ya que mi papá bajó a toda velocidad para abrir la puerta.
No tenía ganas de pararme del sillón y no lo hice hasta que la dichosa y esperada familia cruzara por el marco de mi puerta.

—Craig, ven a saludar —escuché que mi papá me decía y con toda la fuerza del mundo, me levanté del sillón y fui dando pisadas fuertes y cansadas hacia la entrada.

—Hola —dije bajando la mirada como todo un mal educado.

—Oh Craig, que grande estás —Una voz femenina habló—. Mira Amy ¿te acuerdas de Craig? Éramos vecinos.

—Hola Craig —Otra voz femenina pero más aguda me saludó, simplemente por cortesía levanté la mirada y la saludé también. No era la gran cosa.

Rubia, de ojos cafés, delgada, demasiado para mi gusto, un poco más alta que yo, creo que es mayor incluso, con un flequillo hacia el lado derecho, un lunar en su pómulo y mil fallas más. Tweek tenía mejor cabello y Stan tenía mejores lunares. Ella no es nada comparada con ellos.

Pasaron y nos sentamos en la mesa. Un almuerzo exquisito junto a una familia asquerosa. Y no lo digo por los padres, sino que por ella. Nos sentaron juntos a propósito y yo no podía sacar mi cara de enfado por nada del mundo; ella como toda una dama inglesa, se colocó la servilleta en su regazo y tomaba los cubiertos con elegancia y delicadeza, levantando el meñique de vez en cuando.

—¿Por qué comes así? —le susurré mientras los adultos hablaban.

—Así comen las señoritas Craig —exclamó con un tono casi ofendido.

Último latido de un corazón oxidado [South Park]Where stories live. Discover now