Cap. 24.- Entre dolor y amor

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"Ya no queda nada aquí más que dolor" - Killing You

Seis meses.

Alex no era el tipo de chica que contara el tiempo minuciosamente. Pero había llevado la cuenta del tiempo desde su mudanza y desde su pérdida: cuatro meses lo primero, dos meses lo segundo.

Seis largos meses.

Sintió la familiar sensación de ser succionada mientras la veían. Un momento, ¡la veían! Que vergonzoso.

Se soltó de un vampiro para chocar de bruces contra otro.

-¡Aléjate de ella!

Cuando el mundo se aclaró, cayó en cuenta de que se había soltado de Ayato y chocó con Ruki. Esto no podía ser peor.

-No pasa nada, estoy bien- dijo la chica, más para tranquilizar a Ruki y que no hubiera ningún problema con Ayato.

Entonces, repentinamente le cayó como un balde de agua fría el día que era.

¡Era el día de la reunión luctuosa!

Dos meses. Se había vuelto una costumbre de su padre: visitar la tumba de los parientes fallecidos cada múltiplo de dos. Dos meses, cuatro meses, seis meses... hasta que la pérdida fuera llevadera. Por eso llevaba la cuenta.

Se alejó de ambos vampiros para ir a su habitación y arreglarse un poco, pero a medio camino Ayato la detuvo sujetandola del brazo.

-No he dicho que podías irte, Chichinashi. Aún estoy sediento- dijo.

Alex le dirigió una mirada seria, y el pelirrojo la soltó llevándose las manos a la cabeza con un ahogado gemido. Podía quedarse así hasta hacerle estallar la cabeza, no le importaba.

Pero tenía cosas que hacer, como siempre, y apartó la mirada yendose de ahí. Fue a su habitación a cambiarse y salió, apareciendo en un callejón a pocas cuadras del cementerio, cerca de una florería.

Compró un ramo de lirios blancos y entró al cementerio, dirigiéndose hacia la tumba de su padre. Le sorprendió ver que no había llegado nadie más aparte de ella. Bueno, ya llegarían.

Se acercó a la lápida y dejó encima el ramo. Los lirios blancos eran los favoritos de su padre.

-Él siempre decía que era injusto que flores tan bellas fueran usadas para algo tan triste como un funeral- dijo una voz a sus espaldas.

Alex se volteó y vio a una mujer con un ramo de lirios en las manos. A pesar de casi cumplir los setenta años tenía pocas arrugas en el rostro y pocas canas en el cabello rubio platinado.

-¡Abuela!- exclamó Alex y corrió a abrazarla.

La mujer, cuyo nombre era Allegra Shintal, correspondió al abrazo con dificultad debido al ramo que traía. Alex se percató de ello y se hizo a un lado para que su abuela pasara.

-Cariño... -llamó la dama luego de un rato.

Alex se dirigió a ella y preguntó:

-¿Sí, Bubu?

-No hay ningún ramo en la tumba de tu madre.

Alex se crispó. Sus padres estaban sepultados uno junto al otro, como dos amantes que fueran a reunirse en la muerte.

-Lo olvidé- mintió.

-¡Eso no es verdad!- exclamó otra mujer.

Al contrario de Allegra, el tiempo no había favorecido a Yuurio Otoma, la madre de Amanda. Tenía poco pelo, de un color plateado brillante, y una piel quebradiza surcada de arrugas por doquier. Era una vieja en toda la extensión de la palabra.

La recién llegada señaló a Alex y sentenció:

-Esa abominación es la causante de todo. Si ella no hubiera nacido, ¡nada de esto habría pasado!

-Nada de esto hubiera pasado si tu hija no hubiera sido una fanatica- dijo Allegra.

-Es una asesina- susurró Alex.

Ambas mujeres voltearon a verla.

-¿Como te atreves?- dijo Yuurio.

-Mató a mi nana. Mató a mi papá. Mandó a la muerte a mi hermana. Todo lo hizo ella, no yo.

Alex se acercó a su abuela materna y le escupió a la cara con una sonrisa torcida las palabras:

-Fue ella. No yo.

Y se largó de ahí, apareciendo directamente en los jardines de la mansión Sakamaki. Corrió a ocultarse detrás de una torre y cerró los ojos. Las lágrimas pugnaban por salir pero no las dejó, ya había sido suficiente de llorar.

Entonces, con auténtica frustración, le pegó un puñetazo a la pared dejando un hueco en la misma.

-¿Qué crees que haces?

Alex no abrió los ojos hasta serenarse por completo, y cuando los abrió vio a Subaru de pie frente a ella.

-Esta era la torre donde mi madre vivió encerrada- dijo-. ¡No te permito que hagas algo así!

Su madre. Claro, la mujer atormentada de cabello blanco. La del tercer sueño.

-Lo siento- se disculpó Alex-. Ella era importante para tí, ¿no?

-Era mi madre- replicó Subaru, y bufó-. Aunque nunca me quiso. ¿Como podría querer a alguien como yo?

"¡No sabes cuanto te odio!", tronó la voz de Amanda en la mente de Alex, y la chica apretó los puños.

-Bueno- dijo-. Algo en común tenemos tu y yo.

-¿Ah?

Subaru la miró sin entender. Alex se acercó a él y le susurró al oído:

-Mi madre tampoco me quiso.

La joven puso sus manos en los hombros del albino y le mordió. Subaru dejó escapar una exclamación de sorpresa seguida de un quejido de dolor, debatiendose hasta caer inconsciente a los pies de Alex.

En el fondo sintió algo de pena por Subaru. Deseaba que él sí pudiera resistir, pero no había sido el caso. Le daba igual. 

Atrapada entre mundos (1/2)Where stories live. Discover now