1: Primer encuentro.

607 39 0
                                    

Francia, Diciembre 2, 1940...

Con el corazón latiendo a mil por hora iba corriendo por las calles de Lorraine, con el sonido de los aviones sobrevolando los cielos de aquel pequeño barrio donde vivía.

Cossette Faure-Dumont sentía como si su corazón se le fuese a salir por la garganta.

A sus diecisiete años nunca había estado mas aterrada, había visto como los soldados del ejército nazi se llevaban a sus padres y ella apenas había logrado escapar junto a su pequeño hermano menor, Pierre.

Lo aferró entre sus brazos y siguió corriendo.

Aquel odio no era algo natural, ¿acaso no eran todos iguales? ¿qué tiene de relevante que algunos sean blancos, otros negros, pelirrojos, asiáticos o latinos?

Era triste ver como la humanidad era capaz de destruir la vida de tantas personas tan solo por la intolerancia ante lo que es diferente.

Dobló en una esquina y se encontró con una vieja y desvencijada puerta de madera.

— Hermana tengo miedo -escuchó la voz de el niño en sus brazos.

— Tranquilo Pierre, todo estará bien...

Y deseaba con todas sus fuerzas que de verdad así fuera, podía escuchar a lo lejos a los soldados dándoles caza.

Cuando por fin logró abrir la puerta no lo pensó dos veces y entró, más cuando estaba a punto de cerrar la puerta pudo ver a uno de los soldados frente a ella.

Llena de pánico la cerró antes de que aquel hombre lograse alcanzarla.






— ¡Dupaing! ¡Tú y Fave vayan tras la chica!

— ¡Como ordene, capitán! ¡Vamos Fave!

Antoine Dupaing a sus veintidós años se había enlistado en las filas el ejército nazi.

Sentía que los ideales de Hittler coincidían con los suyos y a pesar del enojo de su hermana menor Adrianne, quien había escapado de casa mientras él se había unido a la guerra.

Sabia que su familia había quedado fracturada a raíz de la guerra, sus padres eran personas conservadoras, los cuales los habían criado en una pequeña casa al norte del país, casi en la frontera y durante su adolescencia se habían marchado a vivir en Alemania, lugar en el que, en cierto modo compartían el punto de vista de su gente y que había influido considerablemente en ellos, mientras que Adrianne, siendo optimista, alegre y sociable, creía firmemente en las personas que se encontraban siendo perseguidas no habían hecho nada malo, cosa que, lamentablemente en su familia no era algo escuchado.

¡No es justo! ¡Esas personas también son seres vivos! ¡Tienen sentimientos, sueños, metas al igual que y yo! ¡¿Y quieres saber lo que pienso sobre tu fantástico Hittler?! ¡Ojalá que reciba lo que se merece! ¡Que se pudra en el infierno!

Fue lo último que le escuchó decir antes de irse de casa.

Realmente no la entendía, le dolía que su pequeña hermana pensara de esa manera pero no podía hacer nada ya.

Lo único que le quedaba era encontrarla y devolverla a casa aunque fuera a rastras.

Ya llevaban más de un año de guerra y los conflictos solamente aumentaban, y ahora con casi veintiún años se encontraba en aquel lugar junto a su tropa.

— Rayos... -masculló Eric Fave a su lado al ver que se encontraban en una intersección de doble vía- tú ve por la derecha, yo buscaré a la chica por el otro lado, si la encuentras grita.

— Claro.

Los firmes pasos del soldado resonaron en la calle vacía, dándole paso al silencio.

Tras aquello Dupaing tomó rumbo en busca de la muchacha.

Avanzó con premura hasta llegar a un cruce, escuchó unos ruidos, como el de un objeto pesado al ser arrastrado, se asomó y lo que se encontró fue con la chica tratando de abrir una puerta desgastada con un pequeño en brazos.

El tiempo pareció detenerse mientras la observaba, ella no lo había notado sino hasta después de haber entrado, se giró sobre sus pies para cerrar la puerta y lo vio.

Sus ojos grandes y marrones lo miraban con temor, un temor como el que nunca había visto en su joven vida, vio como aferraba aún más al niño entre sus brazos y finalmente cerraba la puerta.

Una extraña sensación lo invadió, más no le dio tiempo de reaccionar cuando los pasos de Fave llegaron junto a él.

— ¿La encontraste?

— No -respondió simplemente.

— ¡Demonios! ¡El capitán se va a enojar!

Antoine asintió, ¿Por qué había mentido? ¿Por qué la había cubierto? No lo entendía y realmente no estaba seguro de querer saber la respuesta.

Historia de un amor prohibido.Where stories live. Discover now