19: Traición

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El soldado castaño corría por los pasillos de aquella base militar, debía sacar a su rubio amigo de aquel lugar lo más pronto posible, estaba en una batalla contra reloj, el tiempo corría y no era para nada a su favor.

La desesperación recorría cada poro de su ser, no podía permitir que lo atraparan intentando sacar a Antoine de aquel problema, de lo contrario sabia perfectamente que entonces él correría el mismo destino de su amigo.

Había pasado los últimos días intentando pensar en que rayos había motivado al rubio a actuar de aquella manera tan descuidada y ayudar a un par de fugitivos de la ley a escapar, sin embargo, por más que le diera vueltas a la situación, no lograba hallar una respuesta que lo satisficiera lo suficiente.

Lo único que lograba conseguir era una fuerte migraña acompañada del recuerdo de las palabras de Adrianne en su cabeza.

Cruzó una de las esquinas del pasillo y chocó de frente con una figura menuda, al detallar bien de quien se trataba pudo percatarse que se trataba justamente de quien estaba pensando hasta hace tan sólo unos segundos atrás.

— ¿Adri...?

— ¡Silencio! -susurró esta interrumpiéndolo de golpe- No tenemos tiempo que perder, sígueme.

El castaño vio a la muchacha con duda, pero igualmente la acompañó tal y como esta le había pedido.

Caminaron a través de un largo pasillo hasta que finalmente se detuvieron al frente de una puerta de metal, entraron y siguieron hasta llegar a unas escaleras con poca iluminación, era un largo tramo y cada vez se iba estrechando más al igual que la iluminación iba escaseando cada vez más, hasta el punto en que la oscuridad los envolvió por completo y tuvieron que avanzar uno detrás del otro por lo angosto del espacio.

El silencio, la oscuridad y el frío que había en aquel lugar era asfixiante, haciendo que incluso el castaño sintiera cierta inseguridad, si una persona sin ningún tipo de entrenamiento militar o de otro tipo entrara allí seguramente perdería la calma y entraría en un estado de ansiedad.

Finalmente un atisbo de luz se hizo presente al final de las escaleras, por suerte el trayecto había sido medianamente corto, lo único estresante en el trayecto era la oscuridad de las escaleras, haciendo que cierta calma llenara el pecho de ambos jóvenes.

La rubia abrió la puerta de un empujón y la luz del exterior los encegueció brevemente, provocando que cerraran los ojos debido al cambio en sus retinas.

Cuando finalmente abrieron los ojos, Eric notó que estaban en el exterior, a unos cuantos y considerables metros de la fortaleza que estaban usando como base militar.

— ¿Adrianne? ¿qué se supone que estamos haciendo en este lugar?

Un breve silencio fue su única respuesta, hasta que la joven se giró hacia el y con el ceño fruncido habló.

— Dime Eric ¿Aún piensas seguir leal a los nazis? ¿Acaso tú también piensas participar en la ejecución de Antoine?

El castaño abrió los ojos de la impresión, realmente no se imaginaba aquel cuestionamiento de parte de la rubia frente a él.

Dirigió sus ojos a los de Adrianne, estos estaban llenos de furia, casi podría decirse que desprendían fuego, haciendo que Eric se sintiera mal por el pobre idiota al que se le ocurriera hacerla enojar... Más de lo que ya lo estaba.

— ¿Y bien?

El castaño frunció el ceño, claramente había estado pensando en aquel tema con intensidad durante los últimos días transcurridos, por lo que teniendo en mente una clara decisión habló.

— Por supuesto que no Adrianne, ningún partido político vale tanto como para sacrificar la vida de mi amigo.

La menuda mujer sonrió satisfecha, sin duda alguna aquella era una respuesta que había logrado llenar sus expectativas.

— Bien, en ese caso Eric, voy a explicarte mi plan para sacar a Antoine y a aquella chica y su hermano de este asqueroso lugar...

El hombre la vio con cierta duda.

— ¿A la chica y su hermano?

— ¡Por supuesto! ¡No pretenderás dejar que se los lleven a un campo de concentración! ¡¿O si Eric?!

El castaño retrocedió un par de pasos ante la mirada iracunda de la menuda mujer frente a él, a la vez que alzaba las manos en son de paz y una sonrisa nerviosa adornaba su rostro.

Realmente aquella chica daba miedo cuando se enojaba.

— No, para nada, sólo pregunto... Digo ¿Cómo vamos a hacer para sacarlos a los tres? Sabes que Schneider se encargó de que estén bien vigilados.

La agente bufo, claramente fastidiada con aquella pregunta.

— Eso lo se Eric, no soy ninguna tonta.

Él contuvo el impulso de rodar los ojos, en ningún momento insinuó que la pequeña rubia fuera tonta, sin embargo para no hacer enojar más a la mujer prefirió omitir aquel detalle.

— Bien, bien, de acuerdo ¿Entonces que tienes pensado hacer?

Ella sonrió con suficiencia, se giró hacia el grande y amplio espacio verde, el césped se notaba opaco y el cielo se veía oscurecido por los nubarrones de lluvia, no se lograba vislumbrar una sola estrella en el firmamento, ni ningún rastro de la luna, aquella era una noche oscura, de esas que lograban erizarle el pellejo a cualquiera, tal vez en presagio de la injusticia que estaba por ser cometida al amanecer, como un intento de la misma naturaleza de atrasar la desgracia que estaban a punto de sufrir aquella pareja de jóvenes amantes.

Con una mirada determinada a agente se giró una vez más hacia el soldado, quien la observaba con cierta duda en sus ojos; vio su reloj de pulsera y asintió para si misma, dentro de unos minutos empezaría el plan de escape, el tiempo justo para explicarle a Fave el plan, posicionarse cada uno en su respectivo lugar y llevarlo a cabo.

— El plan mi querido amigo es este...

Historia de un amor prohibido.Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang