2: Cuestionamientos.

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No lo entendía, no, definitivamente no podía ¿por qué la había dejado escapar?

No lo entendía, era algo realmente confuso...

Su joven mente era un revoltillo de ideas, dudas y confusión, las cuales intentaba resolver inútilmente mientras avanzaba por los oscuros y borrascosos túneles subterráneos que la llevarían hasta el pequeño refugio que se hallaba hacia las afueras de la ciudad.

Seria un largo viaje, al finalmente salir del túnel llegaría a una estación de trenes, la cual la llevaría a ella y a su hermano a las afueras de la ciudad, entonces tendría que caminar durante algunos días hasta encontrar el refugio, el cual se hallaba en un pequeño bosque, escondido de la humanidad pero cerca de una bahía.

En teoría todo debería marchar bien, una vez en el refugio permanecerían escondidos unos días hasta que llegara un barco pesquero, en el cual ella y su hermano subirían junto a los otros refugiados y zarparían con rumbo a algún lugar de Sudamérica.

Entre más lejos de los nazis estuvieran mejor.

Un pequeño dolor se hizo presente en su tobillo izquierdo, en medio de la carrera se había lastimado al pisar mal, sin embargo, aún después de llevar alrededor de una hora avanzando por los oscuros túneles no se había atendido la herida de su pie, logrando únicamente empeorar el dolor en la extremidad.

Se detuvo un momento a descansar un poco antes de seguir la huida, calculaba que en uno o dos días estaría llegando a la estación de trenes.

— Pierre, hermanito, ¿Crees poder caminar?

— Hermana tengo miedo, está muy oscuro...

— Tranquilo Pierre, yo te cuido, vamos. -dijo la joven tomándolo de la mano para empezar a avanzar.










Un suspiro de frustración escapó de sus labios llamando la atención de su compañero.

— Eh, tranquilo Dupaing, ya capturaremos a esa muchacha, recuerda que va con el mocoso, no puede ir muy lejos...

Antoine asintió, aunque aquella no era la verdadera razón de su frustración, ¿Por qué rayos la había dejado escapar? ¿Por qué se había quedado congelado? ¿Por qué lo había afectado tanto aquella mirada tan llena de temor? No lo entendía pero sin duda alguna debía encontrar una respuesta pronto.

— Aunque ¿Sabes? -escuchó la voz de Fave sacándolo de sus pensamientos- lo que no comprendo es como rayos esa chica logró escapar tan rápido, digo ¿En donde se metió? Pareciera que la tierra se la hubiese tragado...

El rubio asintió en silencio, si su amigo se enteraba de lo que realmente ocurrió quien sabe como reaccionaria.

O peor aún, su capitán...

Un escalofrío lo recorrió al imaginarse las posibles consecuencias si aquel suceso llegara a saberse.

Sí, definitivamente aquel era un secreto que se llevaría hasta la tumba.

— Ni idea Fave, ni idea...

Pronto el auto en el que se encontraban se detuvo, habían llegado a la base y era hora de llevar a los prisioneros al transporte que los llevaría a los campos de concentración y dar su reporte.

Ambos soldados bajaron del vehículo y avanzaron hacia la oficina de su superior al mando.

En un movimiento Antoine giró levemente su rostro hacia los prisioneros que bajaban de la pequeña celda del auto, ahí, entre aquellas personas se encontraban los padres de la chica.

Un sentimiento incómodo se instaló en su estómago mientras veía a la pareja siendo separada y comparándolos con sus padres, entonces no pudo evitar preguntarse si aquello realmente estaba bien.

Cerró los ojos y negó mientras que volvía su mirada al frente, hay veces en que era mejor dejar ciertas cosas en el olvido.











Dos días habían pasado desde que emprendió la huida junto a su pequeño hermano.

Tenia frío, estaba cansada, tanto ella como Pierre tenían hambre y estaban atemorizados de que los atraparan.

Pero finalmente lo habían logrado, habían llegado al final del pasaje que los conduciría hasta la estación de trenes.

Al salir de aquel oscuro pasillo vio que ya era de noche, tal vez era mejor así, de esa forma el manto oscuro de la noche los cubriría en su huida.

— ¡Vamos Pierre! ¡Ya estamos cerca de la estación de trenes!

Avanzaron con premura hasta que a lo lejos vieron la estación, como una señal milagrosa de que todo saldría bien, de que Dios estaba con ellos.

Si tan sólo sus padres estuvieran allí con ellos...

Una lágrima silenciosa recorrió su rostro al recordar a sus queridos padres.

Es cierto que no eran ricos, al contrario, trabajaban muy duro de sol a sol en la casa de una familia de clase alta como servidumbre para poder darles a su hermano y a ella calzado y algo de comer, pero eran buenos padres, los amaban, les habían enseñado buenos valores, a respetar la vida, a amar al prójimo, a trabajar por el sustento, a luchar por sus sueños y a proteger a la familia ante todo.

Una tristeza profunda embargaba su corazón, ¿Cómo estarían ellos? ¿A qué lugar los habrían enviado? ¿Seguirían con vida?

Rogaba a Dios por que así fuera, de lo contrario su frágil corazón se despedazaría igual que un cristal.

Jamás, en su joven y corta vida había imaginado una situación como esa, nunca creyó que viviría algo así, que su familia se vería obligada a escapar, que serian separados y cazados como si se tratasen de animales, de una plaga, que serían odiados por las personas tan sólo por una banalidad como lo era su color de piel.

Y sin embargo ahí estaban, Pierre y ella, escapando de un grupo de opresores que cuya única meta era separarlos y hacerles daño.

Historia de un amor prohibido.Onde histórias criam vida. Descubra agora