9: París

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Con el ferrocarril marchando a toda velocidad los pasajeros dormían plácidamente mientras que reponían fuerzas para continuar con el viaje.

Todos a excepción de Antoine, quien se limitaba a observar meditabundo como el delgado cuerpo de Cossette dormía junto al pequeño Pierre abrazados a su lado.

Miraba receloso a la joven que dormía plácida junto a el, en aquellos días la morena había calado hondo en su ser, de una manera que lo perturbaba, debía admitirlo, le asustaba la forma en la que verla y mantenerla a salvo se estaba volviendo una necesidad en su interior.

Como con el pasar de los días junto a ella y su hermano estaba cambiando su perspectiva, como se sentía feliz al escucharla cantar, reír y como cada vez que la joven intentaba sacarle alguna conversación era cada vez más agradable para él.

Y por eso mismo quería mantener el margen con aquella muchacha, aquel sentimiento era una cosa prohibida, algo que seria efímero, superfluo, que lo único que haría seria lastimarlos.

O eso pensaba él.

¡Si tan sólo abriera sus ojos a la realidad!

Con ojos somnolientos miró una vez más a la morena y al niño a su lado.

Y así, con aquella imagen en su mente cayó profundamente en los brazos de morfeo.







Enero 25, 1941...

Las llaves tintineaban en la mano del rubio, mientras que con estas abría la puerta de roble de aquel pequeño departamento que habían alquilado mientras que se encontraban ocultos en la ciudad de París.

Con cuidado de no ser visto entró al lugar siendo recibido por una acogedora sala cuyas paredes estaban tapizadas en un desteñido color melocotón, un par de sillones cafés y unas mesitas de madera.

Al fondo se escuchaba suave la melodía de Alibert "Mon París", dando un toque de añoranza al lugar.

Unos pasos se escucharon corriendo hasta la entrada, se trataba de Cossette que con una sonrisa cálida le dio la bienvenida.

Cerró la puerta y colocó su sombrero y su sobretodo en el perchero mientras que avanzaba hacia la muchacha.

— Ten -dijo extendiéndole una carpeta- aquí están tus documentos y los de Pierre, con esto podremos avanzar con un poco más de tranquilidad.

Ella vio con asombro la carpeta que tenia entre sus manos para acto seguido sonreír mas ampliamente y darle un abrazo al rubio.

— ¡Muchas gracias, Antoine!

Él parpadeó algo sorprendido por la acción, para a los pocos segundos corresponder al abrazo, seguía sin entender que había hecho aquella niña en el pero fuera lo que fuera, ya no quería que parara.

— ¡Estoy preparando la cena! ¡Hoy comeremos pavo!

El río un poco con algo de gracia al ver la emoción en el rostro de la morena.

— Estoy seguro que será delicioso, ¿Y Pierre?

— Se está dando un baño, estuvo toda la tarde ayudándome con la limpieza.

— Entiendo, es un buen niño.

Vio como la joven se dirigía a la cocina con un ligero contonear de caderas mientras que tarareaba la melodía de la radio.

Fue tras de ella con pasos tranquilos y se recostó del umbral de la entrada de la cocina mientras que la observaba revisar el horno para ver que el pavo no se estuviera quemando.

— Ya casi está listo... -oyó que murmuraba a la vez que cerraba el horno y se volvía a enderezar.

Prestó atención una vez más a la música y una idea se le ocurrió.

— Ven ¡Bailemos, Cossette! -dijo mientras la tomaba de la cintura y empezaba a dar vueltas con ella sobre el piso de madera.

— ¡Antoine! -exclamó mientras que reía junto a él.

La risa mezclada de ambos inundaba la habitación llenándola de calidez y un extraño aire hogareño que habían dejado de sentir desde ya hacía mucho.

Y así, entre risas y giros al ritmo de la música todos sus problemas y preocupaciones parecían haber desaparecido de repente, quedando olvidados a la vez que los ojos de un todavía joven Pierre veía como la pareja danzaba.








Enero 28, 1941.

Base militar de Bruselas, Bélgica.

Un soldado corría rápidamente con una carpeta entre sus manos, debía entregar la información lo más pronto posible a su capitán.

Con la prisa no se dio cuenta cuando la menuda figura de una de las pocas mujeres que trabajaban en el lugar se había cruzado en su camino.

— ¡Rayos! ¡Lo siento señorita! -dijo este mientras que recogía los papeles que habían quedado desperdigados por el suelo.

Ella se masajeó la espalda mientras se levantaba, al dirigir su mirada hacia el soldado sus ojos se abrieron de golpe.

— Tenga -dijo Eric Fave con tono ameno mientras que le tendía los papeles aún sin haberla visto bien.

— Eh sí, gracias -dijo esta sujetando los papeles y girando sobre sus talones- me tengo que ir ¡Adiós!

Dicho esto la rubia mujer empezó a huir del lugar dejando al castaño extrañado mientras que trataba de analizar el rostro de la joven hasta que una rápida revelación llegó a su mente.

— ¿Adrianne? ¡Hey! ¡Espera! -gritó mientras empezaba a correr detrás de la joven hermana de Antoine.

Sin embargo, esta ya le llevaba una distancia considerable y al doblar en una de las esquinas ya había desaparecido.

— ¿Adrianne? ¿Qué rayos haces en este lugar?

Historia de un amor prohibido.Where stories live. Discover now