7: Refugio

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Entró a la cabaña de nuevo mientras que colocaba al lado de la puerta la pala, luego se dirigió a la habitación para llamar a Cossette y Pierre.

— Ya pueden salir -avisó.

La puerta se abrió lentamente mientras que el rostro de Cossette se asomaba por la rendija.

Pronto la puerta se terminó de abrir mostrando a ambos hermanos quienes salieron mientras que veían atentos su alrededor.

Afortunadamente ya había limpiado toda la sala y enterrado los cuerpos en el jardín.

Cossette se asomó por la ventana observando el cielo ya nocturno, afuera había comenzado a nevar y la temperatura había bajado considerablemente.

Antoine se dirigió a la chimenea, en donde colocó algunos troncos que había recolectado para encender el fuego de esta.

Pronto la sala fue iluminada por la suave luz del fuego e inundada por el calor que emanaba de esta, siendo el crepitar de las llamas lo único que se escuchaba en la estancia.

El niño dirigió su mirada a ambos aleatoriamente mientras que, en su aún inocente mente se preguntaba cual era la razón de su actuar tan extraño.

La joven se abrazó a si misma en un intento por sentirse reconfortada.

¿Cómo era posible tanta maldad en el mundo?

El rubio la miró de reojo, sentía un nudo en su pecho ¿Era eso normal? ¿Por qué se sentía tan mal al verla así?

En un movimiento la morena se giró y sus miradas se cruzaron a lo cual el rubio desvío rápidamente la mirada a las llamas mientras se frotaba los brazos intentando calentarse.

Se sentía abochornado.

Ella lo miró con un deje de tristeza, aquel hombre no era mucho mayor que ella, se notaba confundido y hasta nervioso tal vez.

Así que con ligeros pasos se dirigió de nuevo a la habitación de la que había salido hace poco.

Antoine sólo vio como la silueta de la joven morena desaparecía tras la puerta mientras que el nudo en su pecho aumentaba.

El niño vio aquello curioso, ese hombre no le agradaba, o al menos no mucho, pero con el pasar de los días se había dado cuenta que no era tan malo, después de todo él los estaba ayudando a escapar.

Antes de que alguno de los dos pudiera decir nada, el rubio sintió como algo suave y cálido se posaba en sus hombros y espalda.

Al levantar la mirada se encontró con los ojos cálidos y suaves de Cossette, quien con una sonrisa se dirigió a sentarse junto a su hermano.

Nunca se sabe cuando un gesto de amor y compasión podía derretir un congelado corazón.

— Hoy es nochebuena -dijo de pronto el rubio.

— Sí -contestó la morena en un susurro- así es...

Ninguno de los dos mayores se sentía de ánimos como para celebrar, no sólo por el hecho de estar en medio de una guerra, sino por el conjunto de cosas que en esos momentos los estaban atormentando.

La persecución, sus familias separadas, el frío, el miedo, la desesperación... Todo, absolutamente todo hacia imposible que alguno de los dos tuviera ganas de festejar las fechas.

Y sin embargo una pequeña voz los sacó de sus pensamientos.

— Por lo menos los tres estamos juntos ¿No? -dijo el pequeño Pierre mirando el fuego.

Y sí, era cierto, puede que los tres no formaran una familia, pero aún así el pasar de los días los había hecho unirse de una increíble manera.

Historia de un amor prohibido.Where stories live. Discover now