Capitulo 4

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Al verlo de pie detrás de la puerta con una maleta al lado y las manos en los bolsillos, me quedé sin habla. Inspiré hondo, cerré los ojos pidiendo al cielo que esto no fuera un sueño.

-¿Quién es Charlotte? – pregunto papá desde el comedor.

No podía pronunciar palabra alguna, mi boca estaba completamente seca y por más que la cerraba y volvía abrir ninguna palabra salía. Su llegada me había tomado mucho por sorpresa, era la persona que menos me esperaba en estos momentos.

-Y bien, ¿Hablaras o te quedaras mirándome como si aún fuera un fantasma guapo? – Pronuncio con una risa que siempre era característico de él.

Como si mi cerebro de nuevo se hubiera conectado a mis labios, le contesté.

-que... ¿Qué haces aquí?

-¿No me esperabas cierto?

-Claro que no, hace años que no nos vemos.

Hice un ademan con la mano, dándole permiso para pasar a la casa. Tomé su maleta para entrar detrás de él y en el recibidor Gail se hizo cargo.

-¿Me guiaras o tendré que adivinar donde está la mesa?

Sin decir palabra alguna, me siguió en el corto trayecto del recibidor, la sala y el comedor junto a la cocina.

-Buenas noches familia. – comunico para todos.

Mamá se levantó y abrazó a su primogénito. Papá lo saludó con la mano y mi hermano lo abrazó.

-Siéntate, hijo. Ya está la cena servida. Debes tener hambre.

Mamá le hizo señas a Gail para que le sirviera de comer a mi hermano.

-Gracias – Se refirió a Gail – No me esperaba este recibimiento, pensé que un plato de wafles me esperaba para cenar o un plato de cereal con leche.

-¿Ven? Yo también les dije que esta cena era mucho.

-Bueno no diario recibimos visitas tan importantes como nuestros hijos. – Papá intervino.

Todos comenzamos a tomar bocados del delicioso pato. Y a tomar intervalos de vino.

-¿Cómo fue el viaje hijo?

-Muy cansado, la verdad. Eso de tomar dos vuelos no es muy buena idea.

-¿Tomaste dos vuelos? – Me sorprendí por su respuesta.

-Así es, no podía llegar aquí en el avión real, Eva.

Un pedazo de carne de pato quedó a medio masticar.

-David, creo que debo explicarte algo. – Termine de masticar. – Aquí no soy Eva.

-¿De qué estás hablando? ¿Cómo que no eres Eva?

Papá y mamá intercambiaron miradas.

-Me parece que debemos terminar de cenar y en la sala podemos platicar a gusto de las preguntas que ahora mismo te estés formulando David.

-¿Cómo está la abuela? – Cambie de tema.

-Bien de salud, pero muy ocupada para poder acompañarme en este viaje.

-¿Aun tiene el cabello castaño y el cuerpo que toda abuela envidia?

-Le han pasado los años igual que a ti Eva.

Lo miré asombrada pero no repliqué.

-Bueno nos dejamos de ver, ¿Cuándo era una adolescente?

-Las videollamadas no te hacían justicia, has cambiado mucho.

-¡Pero qué me dices de ti! Mírate ya todo un adulto ¡Aun no creo que estés aquí! – No dejaba de sonreír como niña pequeña con juguete nuevo.

¿Jugamos? EDITANDO.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant