Capitulo 38

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Los lunes por la mañana no eran mis mejores momentos, pero esta vez me levante justo antes de que sonara mi alarma y la apagara solo una vez. Con buen ánimo y como si el sol sonriera a mi favor, me levante de la cama y entre al cuarto de baño. Salí de este y me decidí por una falda circular negra, una blusa blanca simple con mangas tres cuartos y unas sandalias cerradas sin tacón.

Me acompañaba mi fiel mochila con mis utensilios básicos, el celular en mano, una coleta alta y para esta vez, me tomaría mí tiempo en el desayuno.

-Buen día papa, mama. – Tome mi respectivo asiento.

-¿Qué puede pasarnos hoy? ¿Acaso hay noticias que no sabemos? – Como era habitual papa preguntaba con una taza de café en mano.

-No pasa nada, simplemente me he levantado con ánimos por regresar a la vida normal.

-Concuerdo con Charlotte, Louis, además es bueno volver a casa. – Mama era bueno siguiendo la corriente.

-Bueno, si ustedes lo dice. Yo al contrario tengo tantas cosas que arreglar en la oficina.

-Papa, ¿Por qué no te tomas el día? Puede que regresando del instituto te ayude – Tenia en boca un pequeño trozo de pan tostado con mermelada.

-No cielo, me sentara mejor estar en la oficina, volver a contemplar todo el trabajo y además tú debes de estar al corriente con la escuela.

-Dejas ir una grandiosa oportunidad. – Le guiñe el ojo.

Papa rio.

Al salir de casa, como era costumbre el chofer me llevo al instituto y mis amigos me esperaban ansiosos en el corredor principal.

-Charlotte, morimos por saber que nos has traído. – Susana salto sin perder tiempo.

-¡Oh vamos chicos! También los he extrañado. – Los abrace a ambos.

-¿Por lo menos me trajiste un buen chico?

-Sebastián en las pasarelas no he encontrado ninguno

-¡Rayos! Pensé que mi suerte podría cambiar y podría vivir con un europeo.

Reí.

-Al contrario te he traído ropa de buena calidad. Deben de agradecer eso.

-¿Y bien dónde están? – Susana comenzaba a buscar si detrás de mi encontraba sus regalos.

-Les llegara, solo estén al pendiente en su puerta.

Les guiñe el ojo y camine hacia mi salón correspondiente.

Para: Raúl.

Por favor avísale a Gail si puede enviar los regalos que he dejado en mi recamara a los lugares correspondientes.

Cada regalo tiene su propia etiqueta.

Gracias.

Charlotte Reynolds.

Como era de esperarse se me había olvidado traer los regalos al instituto, pero lo bueno era que tenía ángeles en casa, que podían hacer un buen trabajo a ellos también se los recompensaría.

-¿Podemos preguntar porque tan sonriente? – Susana me había alcanzado en el casillero.

-Porque me han pasado cosas fabulosas esta semana.

-Lo vemos cariño, dime, ¿Algún romance europeo? – Sebastián levantaba las cejas de un lugar a otro.

-No lo llamaría romance, pero sí que pasaron cosas buenas. – Abrace mis cuadernos.

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