Capitulo 44

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-Jóvenes, buenos días.

-Buenos días señor Diamond. – Al unísono contestamos.

Ambos pares de ojos nos miramos por un minuto. Un destello, me hizo saber que esta vez seria duro de soportar para mí.

-Hoy haremos algo diferente.

Todos nos miramos, esto parecía ser un examen sorpresa.

-¿Recuerdan los últimos cinco ejercicios que no resolvimos en grupo? ¿Sí? Bueno, entonces al azar cinco estudiantes pasaran al pizarrón a explicarnos cada uno. - Diamond continúo hablando.

Algunos estudiantes nos encontrábamos pasmados, pues esto era algo impropio de sus clases y si alguien se llegaba a equivocar su puntuación final disminuía. Como lo dijo, al azar escogió cinco compañeros del salón y uno por uno debía de explicar el problema, los cinco estudiantes se mostraban nerviosos, pues el profesor siempre era impredecible con lo que pedía.

Sus pasos resonaban por toda el aula y cada vez lo notaba mas cerca de mí, esto no acabaría bien, ya lo sabía yo. Con movimientos agiles, y silenciosos tomo el asiento a mi lado, compartíamos la misma mesa.

-Profesor. – Dije por cortesía.

-Señorita Reynolds. – Respondió de igual manera.

Sus ojos decían muchos mas que mil palabras, retuve el aire por un momento, pues temía de mi cuerpo en hacer una cosa estúpida. Fijo su mirada al frente del salón, sus brazos descansaban en la mesa y sus manos debajo de su barbilla; no debía hacerlo, pero ahí estaba yo de boba mirándolo de pies a cabeza.

El primer compañero comenzó a transcribir su ejercicio y a explicarlo continuamente, fue el momento preciso en donde regrese a mi realidad, el y yo no nos conocíamos dentro del colegio.

Admiraba su profesionalismo, como un docente hizo preguntas a sus alumnos que resolvían de nuevo los ejercicios, sin su cuerpo mostrar una atracción como lo sentía yo por él. No se le veía incomodo, y mucho menos tentado a tocarme, mientras que yo quería tirar todo a la borda, tocarlo, sentirlo y hasta saborearlo. Si no me cambia de lugar, me volvería loca.

Lentamente, guarde mis lápices, mi cuaderno en la mochila y me disponía a pararme cuando sus manos hicieron contacto con mi suave piel.

Me quedé estática, no sabia si moverme de ahí o quedarme a su lado, sus caricias debajo de la mesa me volverían loca. Al acomodarme bien en la silla mi pie choco con la mesa, su lapicero accidentalmente se cayó. Con su cuerpo ágil, se agacho a recogerlo y así mismo sus delicados dedos rozaban mi pierna desnuda, a la altura de mi rodilla me brindo un dulce beso y se restauro en su silla como si nada hubiese pasado. Estábamos mas juntos ahora que el inicio.

No dejaba de ver al frente, pero mi cuerpo reclamaba sus caricias. Nuestras rodillas se chocaron, una corriente eléctrica recorrido mi cuerpo. Ví viajar su mano derecha hacia mi pierna izquierda, solo la recostó ahí por un momento. El aire me faltaba, respirada con frecuencia.

El tercer compañero estaba por terminar su explicación del problema y solo veinte minutos sobraban para que mi fastidio terminará. Sus dedos de poco a poco subieron a un lugar prohibido, sabía perfectamente cual era su objetivo y esta vez no me negaría.

Su mano únicamente me hacia mayor la torturaba viajaba de arriba y abajo por mi pierna, se detenía por momentos y trazaba círculos con el roce de su yema de los dedos. Me aferraba a la mesa y me recordaba no perder la cordura y quedar al descubierto. Rogaba porque el tiempo pasará rápido. De improviso su mano arrastro consigo el filo de mi falda hasta llevarla al inicio de mi braga. Me tomo por sorpresa, y sabia que mis plegarias no habían sido escuchadas, pero antes de que sintiera sus dedos frotarse con mi húmeda piel, solo lo vi levantarse sin mirar atrás y llegar a su escritorio.

¿Jugamos? EDITANDO.Where stories live. Discover now