La quiero

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Tengo miles de razones para no sentir lo que siento pero ya perdí el control.

Estoy hace horas golpeando el saco con los puños como si el dolor de mis nudillos podría reemplazar el de mi pecho.

La perdí, sin realmente haberla tenido primero.

"Sé que te gusta golpear cosas, pero ¿no crees que es momento de parar?", dijo Jace desde la puerta de la sala de entrenamiento.

"Déjame... solo...", le respondí en tono hostil sin voltear a mirarlo ni parar de embestir mis puños contra el cuero del saco.

"¿Clary tiene que ver con el aumento de tu mal humor?", dijo Jace en un tono cínico.

"No tienes ni idea de lo que estás diciendo", le respondí mientras dejé mis brazos quietos.

Jace comenzó a reír pidiéndome que me relaje, lo dejé hablando solo mientras salía en silencio con dirección a la cocina. Mi boca estaba tan seca que alguno de mis labios se partiría en cualquier segundo.

Cuando atravesé la puerta, me di con la amarga sorpresa que Izzy, Simon, y Clary estaban frente a mí de espaldas. Izzy con Simon discutían sobre qué sacar del refrigerador para comer, mientras que Clary estaba sentada en un banco con una manzana en la mano pero sin haberla mordido aún.

Me frené en seco, pero se dieron cuenta de mi presencia rápidamente.

"Alec ¿estás bien? Tus manos...", dijo Clary preocupada.

"Wow ¿te perdiste camino a la enfermería?", se unió Simon.

"Te advertí que si seguías guardando secretos ibas a explotar", dijo Izzy.

"Sólo vine por agua y me largo", les respondí a todos.

Izzy con Simon volvieron a lo que estaban haciendo pero Clary me miraba asustada.

Para mi buena estrella, que se note el sarcasmo, las botellas de agua estaban al lado de su banco.

Avancé nervioso, me paré al lado de ella, intenté abrir una botella con los dientes porque mis manos estaban adoloridas para girar la tapa con fuerza, en realidad me ardían los nudillos pero ni los quiero ver.

El frío del agua bajando por mi garganta me distrajo un momento, no noté que Clary se había movido de su lugar. Ahora estaba parada a mi lado con varios algodones húmedos a la vista.

Tomó mi mano libre con cuidado.

"¿Qué... haces?", dije en voz baja.

"Cuidarte... te va a arder un poco pero debo limpiar el desastre que tienes ahí", me dijo con voz dulce.

La sensación de un hielo bajándome por la espalda cada vez que su piel toca la mía hizo que olvidara cualquier tipo de dolor, hasta la angustia se fue.

Vi como dejó un algodón, que pasó de blanco a escarlata, en la mesa y agarró el siguiente para mi otra mano.

No pude hacer otra cosa que recorrerla con la mirada extrañándola en silencio, por más que estemos a centímetros estoy muy lejos de poder volver a besarla sin sentirme culpable por hacerle daño a varias personas que quiero.

Me sobresalté cuando de pronto Clary llevó un algodón más pequeño a mi boca, supongo que se terminó partiendo porque al pasar la lengua por el labio inferior noté algo salado de olor a metal.

Alargó su mano libre, sentí que me acariciaba la mejilla con el dorso.

Nuestras miradas se conectaron, tiene unos ojos hermosos. Le sonreí.

Dulce Tormenta©Where stories live. Discover now