· XIX ·

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Con sus orbes oscuros fijos en el suelo, aquel que se movía ágilmente por las sombras, se hallaba sumido en sus pensamientos y por primera vez, después de mucho tiempo, con la duda implantada en sus ojos, siendo a su vez ajeno a ello.

Desde un principio, siempre supo lo que aquel chico hacía cada día; como había repasado cada rincón de su castillo y la obtención de aquel retrato; sin hacer nada al respecto, fuera de su leve descontrol al escuchar sobre su parecido con aquella persona.

Cualquier cosa que Kyungsoo supiera, incluyendo la existencia de aquella imagen, le era indiferente.

Porque no cambiaría el resultado final.

Un resultado en el cual, Kyungsoo estaba destinado a morir.

De por sí, ya le costaba suprimir sus deseos devorar su corazón y deleitarse de su vida, sus latidos incesantes, los cuales solo podían mostrar la energía y frescura propia de un muchacho joven.

Pero entonces recordaba la razón de su estadía allí y se obligaba a sí mismo a mantener la calma, lo cual se hacía cada vez más difícil.

Puesto que el día en que pierda toda conciencia de sí mismo estaba cada vez más cerca.

Podía sentirlo y por ello, le era inaceptable desaparecer sin haber hecho esfuerzo alguno para salvarse, un esfuerzo que en realidad le parecía patético, pero que de todas formas debía hacerse.

El hecho de traer a aquel príncipe consigo ya era algo y a pesar de que este ridículamente creía que él hacía todo para alejarlo, de cierta forma le perturbaba la idea de no ser odiado.

Tantos años pasados, donde que el tiempo había parado solamente para él que seguía manteniendo la apariencia humana de antaño; en los cuales el propósito de su vida era únicamente hacer sufrir a la gente sin recibir más que repudio, hacían que ahora le cueste aceptar un resultado diferente.

Había sido tan despiadado, un objeto de miedo tan grande y hasta doloroso para algunos, que la creencia de una pequeña posibilidad de seguir viviendo le resultaba estúpida y graciosa.

Para seres como él no existía la salvación, lo sabía y aunque tuviera la opción de cambiar todo lo que hizo, no lo haría. No lo haría ni aún ahora; aunque su situación se estaba haciendo cada vez más difícil de tratar.

El príncipe Kyungsoo no tenía idea de lo que había hecho, de los pensamientos que venían a su mente cada vez que lo veía, y tampoco sobre su intención de matarlo.

No sabía nada.

Y como tal, no podría ver que todo lo que había hecho hasta ahora, como mostrarle retazos de si para luego darle razones de odio, habían sido accionadas solo con el fin de encontrar una razón para matarle, porque una persona más que lo odie no haría la diferencia y no le serviría de nada. Entonces de una sola vez, acabaría con aquella situación tediosa y luego de unos días más, desaparecería consciente de haberlo intentado aunque haya sido con carencia de esfuerzo.

Pero la situación se estaba poniendo extraña, Kyungsoo no reaccionaba de la forma esperada y finalmente en esta noche, había dicho algo que hasta hace unos meses le resultaba insólito e inalcanzable.

La posibilidad estaba allí, tan clara y aguardaba a ser alcanzada.

Solo debía manejarlo todo con precisión, haciendo que fluya naturalmente y buscar la manera de manipular al chico.







Pero aquel ser maldito no veía que cada vez estaba más cerca de Kyungsoo.

Más cerca...

Y más cerca...    










AnateMA [Kaisoo]Where stories live. Discover now