· XXVII ·

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El aire contenido de cada uno de los espectadores de la escena que acababa de efectuarse; fue exhalado con una expresión de alivio al ver como Sehun solamente agarraba la cinta de tela que cubría los ojos de Jongin, y se la quitaba manteniendo la mirada fija en él.

— No puedes ser un cobarde en un momento así Kai —declaro el pelirrojo relamiéndose los labios y poniéndose de cuclillas— Tu hijo tiene todo el derecho de saber quién tiene la culpa de lo que va a sucederle —soltó depositando su palma sobre la mejilla de aquel muchacho.

— ¿Pa... pá?... —preguntó un Jongin con los ojos entrecerrados, parpadeando seguidamente para acostumbrarse a la repentina penumbra propia de la noche que le rodeaba, y apenas identificando lo que le rodeaba con lentitud— ¿Qué esta...

Jongin no tuvo fuerzas para culminar con su pregunta, al sentir como un dolor agudo e insoportable se instalaba en su pecho, y apretando los dientes para no gritar; bajo la vista hacia abajo para visualizar aturdido, como aquel hombre que había visto hace varios años tenía una de sus manos clavada en su pecho.

Un estremecimiento pasó por la columna de cada una de las personas que presenciaba aquella acción sangrienta; al oír como un alarido de completo sufrimiento y agonía brotaba de los labios de Jongin, quien vivía y sentía en carne propia como le arrancaban el corazón.

El último aliento de vida del joven humano fue soltado débilmente antes de que este cierre los ojos, y su cuerpo caiga en la inercia.

Y para cuando el rey estaba dispuesto a retirarse, obligando a su esposa a seguirle. Con la culpabilidad a flote, pero sin arrepentimientos. Una voz gruesa e inhumana le llamo.

— El pacto está cerrado —habló Sehun, quien se ocupó de transmitir un desprecio puro a través de sus ojos ahora dorados e imponentes— Te concedo la vida eterna mas no la inmortalidad —declaró— Un corazón puro tiene ese valor.

Kai desvió el contacto visual y dejando a su esposa sola, se alejó de aquella escena sin decir ni una palabra.

El corazón aun palpitante sobre la palma de Sehun, que aun desprendía chorros de sangre, y conservaba su temperatura; comenzó a desintegrarse de a poco. Y este demonio, al igual que el padre de Jongin; acerco sus labios a la oreja del príncipe para aparentemente decirle algo, aun cuando aquel cuerpo se hallaba sin vida.

— Si llegaras a conocer a una persona que se vea obligada a pasar por tus mismas circunstancias —le susurró al oído— Y llegue a amarte, siendo tú quien le robe el corazón —habló aun más bajo— Lo que te pertenece será nuevamente tuyo —sentenció antes de ponerse en pie— Porque también hay que recordar que no todo el derecho sobre ti lo tiene tu padre —inquirió— Ahora no serás capaz de amar, y tampoco de entender alguna otra emoción que esta conlleve —continuo dándole la espalda— Y la única que podrás sentir en su más pura esencia, será el odio.






*****               *               *****







"' Ahora ¿qué?" Era lo que se pensaba rozando la punta de sus dedos con aquella pared hecha a base de piedras, la cual estaba húmeda y olía a moho.

Ya no existía el cariño que una vez sintió por su padre, madre o por cualquier otra persona que había conocido. Era como si allí dentro de su pecho, se hubiese quedado completamente vacío. Hueco de cualquier emoción que lo pudiera hacer feliz, esperanzado o siquiera sentirse tranquilo.

Era como si allí existiera una guerra sin sentido; en donde faltaba algo que se requería urgentemente, y que su sistema se lo pedía a gritos silenciosos. Pero aunque lo intentara, no entendía nada de lo que pasaba consigo mismo.

Presionando fuertemente cada una de las uñas de su palma sobre aquella superficie rocosa, y llenándolas de suciedad. Cerró lentamente su palma en un puño tenso, recordando todo por lo que había pasado, en conjunto a la persona responsable de su encierro allí.

Y su rostro se deformo en cólera.

Entonces en un arranque de ira, golpeo aquella superficie húmeda con toda la fuerza que le era posible.

Porque su padre le había vendido a cambio de un eterno reinado.

A él, a su propio y único hijo que de ser necesario le confiaría su vida.

Una risa ronca y un tanto histérica que llamo la atención del guardia de las celdas, fue escuchada como un eco por todos los ambientes que constituían aquella prisión. Una prisión que estaba destinada a individuos que se habían atrevido a traer inestabilidad al reino, siendo únicamente traidores, ladrones y estafadores; de entre los cuales se encontraba Jongin, él único hijo del rey Kim que no había hecho nada para merecer estar allí.

Pero ahora sí que haría muchas cosas, cosas horribles que de tener su corazón de vuelta; no se atrevería a hacer nunca, o siquiera considerarlo.

"Lo odio" Pensó totalmente enfurecido el que una vez fue visto como un muchacho tranquilo y amable; quien apretó fuertemente los dientes al ser consciente de su propia estupidez, por confiar tan ciegamente en alguien que a cambio solo le dio dolor, y una condena que sabía, le seguiría por el resto de su vida.






Oh pero claro que él ya estaba maldito, y no había vuelta atrás.

Pero eso no significaba que podría dejar que todos los del reinado de su padre, simplemente vivan su vida tranquila y feliz; teniendo él que pagar el precio, claro que no.

Nadie se burlaría de él.

Ni ahora ni nunca.










AnateMA [Kaisoo]Where stories live. Discover now