· XXV ·

2.1K 432 30
                                    







— ¡Hey! —escucho como le llamaban siguiéndole el paso, tratando de alcanzarle.

No sabía si lo que estaba haciendo era propio de un cobarde. Ya que había pasado las últimas noches lejos del pelinegro, lejos de su habitación, de su aroma y de todo lo demás que era parte de Kyungsoo. Puesto que su cabeza estaba hecha un lío al no encontrar respuestas claras a sus dudas, las cuales podrían llevarle a conclusiones y posteriormente a una solución.

Pero no, era obvio que aquel residente de su castillo no se quedaría a esperar de brazos cruzados hasta que él decida volver a aparecerse por su alcoba. No, claro que no.

Porque Kyungsoo nunca actuaba de manera predecible, y más aún, si lo que había supuesto de sus sentimientos era cierto.

Esta era la razón por la que en un principio había captado su interés, siendo que lo había visto de lejos, pero nunca había llegado a entender su forma de actuar, sus pensamientos y esa forma tan vivaz de seguir adelante.

Es consciente de que a este punto, sus días de vida estaban contados y ahora que lo meditaba con más profundidad; el tiempo muy posiblemente no le daría para pensar mejor su situación.

Después de aquella noche en la que había pasado por la metamorfosis para pasar a ser un humano; el volver a la otra forma comenzó a ser peligroso, ya que mientras más trataba de volver a ella o se veía obligado a hacerlo cada amanecer; sentía que aquel lado salvaje y domado por instintos asesinos, estaba mucho más cerca de apoderarse de él.

De día luchaba con todo de sí para no ceder a las ganas de recorrer los pasillos, y asesinar a Kyungsoo; mientras que de noche, con una fuerza que apenas y podía obligarse a crear en conjunto a un dolor insoportable, volvía a su forma humana.

Ahora mismo, la existencia de su consciencia dependía únicamente de su fuerza de voluntad.

Con una parte de su orgullo herida, maldijo a aquellas flacuchas y débiles piernas que ahora poseía, y aun no se acostumbraba del todo a manejar; al ver como Kyungsoo no solo lo alcanzaba, sino que se adelantaba en su recorrido por el pasillo, para cubrirle el paso de frente.

— ¿Qué está pasando? —pregunto un muy calmado Kyungsoo, quien al ver como los ojos del otro no correspondían su mirada; se decidió por acortar un poco la distancia entre ellos— Puedes contarme ¿Es algo malo lo que te hace actuar de esta manera? —repuso acercándose mucho más al ahora humano; quien reaccionó de inmediato alejándose trastabillando hacia atrás, y sin disimular ni un poco sus nervios.

— ¡T-tú! —no pudo evitar gritar el chico señalando al otro, en un impulso de ansiedad— ¡No te acerques más a mí!

— ¿Q-qué?... —preguntó el de ojos grandes. Sintiéndose mucho más dolido de lo que la situación ameritaba, y por aquellas palabras que venían de alguien que consideraba solamente un amigo al que ayudar.

— ¡Se supone que debería matarte ahora! —gritó el otro— Y no sé porque... pero no puedo... —exclamo mientras lo miraba de manera desesperada y tortuosa— Se suponía que tu ibas a ser la salida —repuso mientras comenzaba a soltar unas cuantas lágrimas de pura frustración; negando con la cabeza una y otra vez— No puedo... no puedo hacerlo —inquirió quitándose el saco viejo que llevaba puesto ante la atenta mirada de Kyungsoo, quien al percatarse del brazo negruzco, tembloroso y levemente emplumado, sintió que algo andaba mal— Me queda poco tiempo —susurró para sí mismo y el más bajo si pudo escucharlo.

— ¿Qué te está pasando? —no pudo evitar preguntar con la voz tiznada en temor.

— Kyungsoo yo... —quiso explicar, pero no supo cómo— Mi conciencia desaparecerá —fue lo único que pudo decir sin hablar de más— Yo lo haré.

— ¿A q-qué te refieres con eso? —preguntó, apenas procesando lo que acababa de oír— S-si no me matas... —indago— ¿Eso es lo que te pasara?

Y el otro solo pudo fijar su vista en el suelo, incapaz de responder a aquella pregunta sin mentir.

Kyungsoo tomo el silencio de este como una afirmación, por lo que su ceño se frunció y endureciendo su expresión, abrió la boca.

— Hazlo —soltó de manera firme y con la cara contraída en decisión.

— Kyungsoo no...

— Hazlo —repitió el pelinegro. Depositando una de sus manos sobre el hombro del otro, el cual sin titubear la quito bruscamente— Si esta es la única manera en que puedo ayudarte, lo haré —se explicó, intentando acercarse nuevamente.

El muchacho frunció el ceño, dedicándole una mirada de desprecio que no le enviaba desde hace mucho, y aún con rastros de lágrimas en el rostro, hablo— Tú no lo entiendes, no puedo hacerlo —exclamó alzando su brazo bueno a la altura de su cabeza, y frotándose la cabellera con una fuerza que a la vista era dolorosa— ¡NO QUIERO HACERLO! —finalmente gritó completamente enfurecido, y dejando paralizado al otro antes de seguir su camino hacia la oscuridad del pasillo que lo envolvió de inmediato.

Después de unos largos minutos de silencio, la mirada llorosa de Kyungsoo aún se mantenía en la dirección en la que el otro se había ido.

Y sintiendo una completa impotencia ante la firme negativa del que lo había obligado a vivir con él; sonrió aun fijando su atención en aquel punto envuelto en penumbra, sonrió soltando varias lágrimas y limpiándoselas rápidamente con la manga de su ropa.

Porque en ese momento, se dio cuenta de cuanto lo quería.

De cuanto amaba a una persona de la que ni siquiera sabía el nombre.    










AnateMA [Kaisoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora